Aprendí en el Zen que los pensamientos son como nubes y que hay que dejarlos pasar, pues uno no es sus pensamientos, sino el firmamento que los sostiene. Somos mucho mas que pensamientos y emociones, nuestro verdadero ser se esconde detrás de esas nubes. Cuando logramos limpiar nuestro cielo nos encontramos a nosotros mismos.
Practicando, uní este concepto del Zen a un movimiento de tai chi. No hay mucho misterio, el movimiento es “mover las manos como nubes”. Hace un par de años explicaba este movimiento en este artículo. Releo lo escrito: “La imagen de La Dificultad Inicial… el hombre actúa desenmarañando y ordenando” y pienso que exactamente así comenzamos, tratando de desenmarañar lo que está en nuestra cabeza, corriendo y ordenando la infinidad de nubes que cubren nuestro cielo.
El movimiento, a nivel marcial, es un bloqueo eficaz para golpes al pecho. Si en vez de visualizar golpes visualizo nubes, mover las manos como nubes se convierte en el perfecto complemento del Zen. Además equilibra los meridianos yang y calma la energía de fuego, o sea, los pensamientos y emociones, la mente y el pecho.
Es imposible realizarlos sin un buen enraizamiento, una postura que sostenga el movimiento y potencie el poder del mismo. Una actitud mental que nos traiga al aquí y ahora, exactamente lo que se practica en zazen. Energéticamente hablando, el movimiento ayuda a desarrollar la fuerza interna y mejorar la autoestima, algo que naturalmente sucede cuando uno limpia su mente de tantos pensamientos negativos y desvalorizantes y comprende que uno es un Buda en la tierra, así como lo son todas las demás personas.
Mover las manos como nubes, surge de la tierra, asciende por las piernas hasta el dantien inferior, mueve la cadera en unión con el tronco y la energía llega a los brazos para ejecutar el movimiento. Permite comprender la potencia que implica moverse en unidad, utilizando los pies como conexión con la energía yin y la cadera como comandante del movimiento. Hace años este movimiento para mí fue mágico porque a través de la práctica del mismo comprendí todos estos conceptos sumamente importantes del tai chi.
Hoy lo practico desde el Zen y corro las nubes de mi mente una a otra sucesivamente, mantenimiento mi cuerpo alineado y en calma. Silenciando mi mente, nube a nube que dejo pasar. El cielo limpio solo dura unos segundos pues enseguida aparece otra nube. Los días de verano en los que el cielo se encuentra completamente despejado son pocos y los disfruto con felicidad plena. Los momentos en los que mi mente se encuentra calma y en silencio son pocos. El trabajo que lleva limpiar las nubes es arduo y persistente, pues no siempre las nubes se quieren ir, sino que retornan una y otra vez. Cuando por unos segundos logro que mi cielo esté claro, apenas me doy cuenta, debo comenzar nuevamente a limpiar.
Practicando, uní este concepto del Zen a un movimiento de tai chi. No hay mucho misterio, el movimiento es “mover las manos como nubes”. Hace un par de años explicaba este movimiento en este artículo. Releo lo escrito: “La imagen de La Dificultad Inicial… el hombre actúa desenmarañando y ordenando” y pienso que exactamente así comenzamos, tratando de desenmarañar lo que está en nuestra cabeza, corriendo y ordenando la infinidad de nubes que cubren nuestro cielo.
El movimiento, a nivel marcial, es un bloqueo eficaz para golpes al pecho. Si en vez de visualizar golpes visualizo nubes, mover las manos como nubes se convierte en el perfecto complemento del Zen. Además equilibra los meridianos yang y calma la energía de fuego, o sea, los pensamientos y emociones, la mente y el pecho.
Es imposible realizarlos sin un buen enraizamiento, una postura que sostenga el movimiento y potencie el poder del mismo. Una actitud mental que nos traiga al aquí y ahora, exactamente lo que se practica en zazen. Energéticamente hablando, el movimiento ayuda a desarrollar la fuerza interna y mejorar la autoestima, algo que naturalmente sucede cuando uno limpia su mente de tantos pensamientos negativos y desvalorizantes y comprende que uno es un Buda en la tierra, así como lo son todas las demás personas.
Mover las manos como nubes, surge de la tierra, asciende por las piernas hasta el dantien inferior, mueve la cadera en unión con el tronco y la energía llega a los brazos para ejecutar el movimiento. Permite comprender la potencia que implica moverse en unidad, utilizando los pies como conexión con la energía yin y la cadera como comandante del movimiento. Hace años este movimiento para mí fue mágico porque a través de la práctica del mismo comprendí todos estos conceptos sumamente importantes del tai chi.
Hoy lo practico desde el Zen y corro las nubes de mi mente una a otra sucesivamente, mantenimiento mi cuerpo alineado y en calma. Silenciando mi mente, nube a nube que dejo pasar. El cielo limpio solo dura unos segundos pues enseguida aparece otra nube. Los días de verano en los que el cielo se encuentra completamente despejado son pocos y los disfruto con felicidad plena. Los momentos en los que mi mente se encuentra calma y en silencio son pocos. El trabajo que lleva limpiar las nubes es arduo y persistente, pues no siempre las nubes se quieren ir, sino que retornan una y otra vez. Cuando por unos segundos logro que mi cielo esté claro, apenas me doy cuenta, debo comenzar nuevamente a limpiar.
Tai Chi del Parque – Instructora Marcela Thesz – Córdoba, Argentina.