BUSCAR EN TAI CHI DEL PARQUE

30.1.14

Soltarse

En la imagen se ve, por la ondulación del agua, como una gota de rocío acaba de caer de las hojas del loto, temprano a la mañana. Es un momento precioso del día y está lleno de sutilidad.

Al entregarse a la gravedad y escurrirse de la hoja, la gota pierde su identidad previa y se une a la inmensidad del agua que está abajo. Podemos imaginar que debe de haber temblado antes de caer, precisamente en el límite entre lo conocido y lo incognoscible.

Elegir esta carta supone un reconocimiento de que algo ha terminado, algo está concluyendo, sea lo que sea: un trabajo, una relación, un hogar que has amado, algo que te haya podido ayudar a definir quien eres. Es momento de dejarlo ir, permitiendo la tristeza pero sin tratar de agarrarlo.

Algo mas grande te está esperando, hay nuevas dimensiones por descubrir. Has pasado el punto de no retorno ahora y la gravedad está haciendo su trabajo: acompáñala, representa la liberación.

Comentario

En la existencia no hay nadie que sea superior y nadie que sea inferior. La brizna de hierba y la gran estrella son absolutamente iguales.

Pero el hombre quiere ser mas que otros, quiere conquistar la naturaleza, de ahí que tenga que luchar constantemente. Toda complejidad surge de esta lucha.

La persona inocente es aquella que ha renunciado a luchar, aquella que no le interesa der mas superior, ni actuar, ni probar que es alguien especial, la que se ha vuelto como una rosa o como una gota de rocío sobre la hoja del loto, la que se ha vuelto parte de este infinito, la que se ha fundido, se ha disuelto y se ha hecho una con el océano y no es mas que una ola, aquella que no tiene idea del “yo”. La desaparición del “yo” es la inocencia.

Del Osho Zen Tarot, carta #8 del Palo de Agua.



Caballo de Madera

31 de Enero - Año Nuevo Chino 4711


Año del Caballo de Madera... Un año de estabilidad y fuerza.

Feliz año!

Foto: esculturas de James Doran-Webb



23.1.14

Para de ganar, a nadie le importa

En la forma auto-centrada de vivir que tenemos, a nadie le importa mucho lo que el otro hace o logra. Y a la vez, estamos obsesionados con demostrar lo que tenemos y lo que vamos logrando.

En una búsqueda constante del hacer, solo queremos/podemos/admitimos ganar. Y en el círculo del cual uno es el centro, estamos absolutamente solos en esa carrera. Y como cada persona está auto-centrada en su propio círculo, realmente a nadie le importa lo que gana el otro.

Ver al otro sirve para una mera comparación que genera el impulso de ir aun más allá, pero no hay un reconocimiento, valoración o aprendizaje de la ganancia ajena. Si el otro ganó, yo quiero ganar más.

¿Cómo frenar la carrera? Dejando de ganar.

Si quieres comprometerte con el cambio que necesita el mundo, una buena manera de hacerlo es perdiendo. Si yo pierdo nadie se compara conmigo, nadie tiene que hacer más que yo, nadie compite.

Perder es más simple que ganar. Genera menos. Gasta menos. Muestra la vulnerabilidad del perdedor. Amiga, une y solidariza.

Aquellos que siempre ganan, están bastante solos… más aun si van en la punta. Cuanto más se alejan, menos importan, arrojando un paradójico resultado a su propia búsqueda: ganando siempre, no se gana nada.

Nadie gana. Algunos solo pierden mas lentamente.


21.1.14

Actividades de 2014

Un detalle de las actividades que iremos haciendo este año... en principio, el sábado próximo comienzan las clases en el parque.


Clases al aire libre en el Parque Autóctono
chi kung, tai chi y meditación (práctica básica)
Sábado 25 de enero – 10 a 11.30 hs.
y todos los sábados siguientes!
Costo por clase: $50 - ver mapa de ubicación.


Consultas e inscripciones: taichidelparque@gmail.com
 

CURSOS DE TAI CHI CHUAN

Tai Chi con espada (forma corta)
1 clase por mes, el último sábado del mes, por la tarde.
Duración: 4 meses, febrero a mayo.

Tai Chi para principiantes – forma de 16 movimientos
1 clase por mes el último sábado del mes, por la tarde.
Duración: 5 meses, de junio a octubre.

CURSOS DE CHI KUNG

Activación de los chakras: práctica energética para los 7 chakras.
1 clase por mes, viernes por la tardecita.
Duración: 8 meses, de marzo a octubre.

Chi Kung Plus: práctica para el auto-tratamiento de la salud
1 clase por mes, viernes por la tardecita.
Duración: 6 meses, de mayo a octubre.

CLASES REGULARES (en barrrio Chateau Carreras)

Prácticas semanales
Por la tarde: Martes 18.30 a 19.30 hs. 
Por la mañana: Martes y/o Viernes 8.30 a 9.30 hs.
Comenzamos en febrero a medida que se vayan armando los grupos.

Prácticas de meditación
Los jueves de 18.30 a 19.30 hs. cada 15 días.
Comenzamos en marzo.

TALLERES MENSUALES

Taller de tai chi marcial, para los asistentes a los cursos que estén interesados en profundizar en esta faceta de la disciplina.

Taller de energía femenina, para mujeres interesadas en conocer y profundizar en su energía, emociones, su cuerpo, etc.

Encuentros de energía, para personas interesadas en desarrollar y/o comprender como funciona la energía y como nos relacionamos a través de ella. Incluirá teóricos y técnicas de visualización y manejo de la energía.

Sesiones de armonización energética, reiki y códigos solares: turnos a partir de marzo!

Seguramente en el transcurso del año irán surgiendo mas cosas para hacer. Y también repetiremos algunos clásicos de Tai Chi del Parque como son las salidas a La Estancita, las caminatas en silencio y los retiros en La Victoria.

Los espero! Gracias!


16.1.14

Reconciliarse con lo suficiente

Mi maestro zen siempre dice: “Todo, tal cual es en este momento, es suficiente.”



Tengo una inercia interior que me lleva a hacer más y más. Respecto a qué? a cualquier cosa o proyecto que esté haciendo. Los momentos exitosos me impulsan a seguir haciendo. Si llegué hasta acá, porqué no continuar?

Me doy cuenta que tengo cierta adicción al hacer, como la gran mayoría de las personas. También, el hecho de hacer me da una sensación de control. Si hago algo, tengo injerencia sobre el hecho, si no hago nada, tengo injerencia sobre el hecho? De hecho si la tengo, el no-hacer es, en sí misma, una acción.

Todo esto aparece en oleadas de distinta intensidad que están directamente relacionadas con mi nivel de confianza hacia el fluir de la vida. Pero aun cuando me siento confiada y abierta todavía sigo haciendo cosas. Es que también tengo una gran resistencia al fracaso. Creo que hacer es sinónimo de ganar (o por lo menos me acerca mas a esa posibilidad).

Me pregunto ¿cuándo será suficiente? Tratando de ver-comprender-asimilar que suficiente no es sinónimo de fracaso.

Y en ciertos aspectos de mi vida y de trabajo interior que he venido haciendo, creo que ya es suficiente. Estoy un poco cansada, puedo dejar de hacer. Me siento aliviada por esa decisión y reconciliación con lo que ya está. Siento que apaciguo una presión interna que me autoimpongo contantemente y me relajo (aunque sea un poco… y lo intento conscientemente!).

Es el ego el que nos impulsa a intentar lograr lo que nadie logró, llegar a donde nadie llegó…aunque eso implique a veces dañarnos a nosotros mismos, ponernos en riesgo o alienarnos de la vida misma.

¿Quién nos dijo que siempre deberíamos llegar primero, ir más lejos que el anterior, escalar más alto o incluso descender aun más profundo? No lo sé. Pero creo que ya es suficiente para mí. Y me reconcilio con eso.



10.1.14

Centro de universo

Salgo a caminar temprano cada mañana.

Hoy cambio un poco de ruta de ruta y llego a la rotonda del Jardín Botánico. Más de una vez me he sentado allí en el centro a ver los autos pasar, el panorama de la ciudad desde lo alto y a meditar.

¿Alguna vez te has sentado dentro de un círculo tan definido como una rotonda? Se siente la energía que el círculo, como figura geométrica pura, es. Y se percibe el fluido circular de las cosas alrededor.

Me siento más o menos en el centro de la rotonda. Me siento el centro de este círculo. Los autos circulan alrededor… hay bastante tráfico porque es hora de ir a trabajar. Y yo me siento allí. Por estar en el centro, me siento importante… Por estar meditando tan expuesta, me siento estúpida. Ambos sentimientos conviven en mí en esos momentos.

Creo que la gente que pasa alrededor mío me mira, se pregunta qué estoy haciendo o piensa “¡qué bien que medita!”.  Al fin y al cabo, estoy allí, en el centro, donde todos me ven.

Escucho sonidos de palabras, entonces también creo que la gente habla de mi. Pueden decir elogios o reírse de mí por hacer algo tan tonto como sentarse en la calle, en vez de ir a trabajar y hacer algo productivo e importante.

Con toda esta importancia personal tironeándome hacia los extremos de ser estúpida o admirable, medito. Empiezo a observar lo importante que creo que soy para todos los que están a mi alrededor (circulando por la rotonda) y me voy dando cuenta, mientras observo todo este pensamiento discurrir en mente, que en realidad a nadie le importa que yo esté allí. Que no soy en centro de nada, que los que circulan alrededor lo hacen por sí mismos, en función de su propio camino. Nadie gira en torno mío. La mayoría ni siquiera me ve o me presta atención, ni siquiera me dedica un pensamiento u opinión.

Me doy cuenta (otra vez) que mi vida tal cual es – admirable o no, según parámetros propios o ajenos – es simplemente mía y que es una de las tantas colaboraciones al fluir de esta ciudad, a la energía colectiva del millón de personas que viven en Córdoba. Soy solo una más. Individual y a la vez unida al resto… solo parte.

El círculo del cual soy centro, es solo mío y de nadie más. Es más, nadie quiere mi círculo, pues cada uno quiere el propio, para sentirse también el centro.

Me levanté y seguí caminando cuando el jardinero municipal llegó a cortar el pasto de la rotonda. Creo que ni me vio.
 


Es necesario trabajar con la importancia personal, diría Don Juan a Castaneda…

"Mientras te sientas lo más importante del mundo, no puedes apreciar en verdad el mundo que te rodea. Eres como un caballo con anteojeras: nada más te ves ti mismo, ajeno a todo lo demás. La importancia que nos concedemos en cada una de las cosas que hacemos, decimos o pensamos, embota todos nuestros sentidos y nos impide percibir la vida de forma clara y objetiva."



Romper la imagen de sí mismo

“Para combatir la importancia personal, el primer paso es saber que ella está ahí. Reconocer sus escondrijos, sus gafas oscuras y sus coladeros ya es medio camino andado.

Según Castaneda, somos como pájaros atrofiados. Nacemos con todo lo necesario para volar, pero estamos permanentemente obligados a dar vueltas en torno a nuestro ego. La cadena que nos aprisiona es la importancia personal.

El camino para convertir a un ser humano normal en un guerrero es muy arduo. Siempre interviene nuestra sensación de estar en el centro de todo, de ser necesarios y tener la última palabra. Nos sentimos importantes. Y cuando la persona es importante, cualquier intento de modificación se convierte en un proceso lento, complicado y doloroso.

La importancia personal, de los regalos que hemos recibido en este mundo, es el más cruel. Convierte a una criatura mágica y llena de vida en un orgulloso asustado y con miedo de ser feliz. Debido a la importancia personal estamos llenos de rencores, envidias, miedos, culpas y frustraciones. Nos dejamos guiar por los sentimientos de indulgencia y huimos del importante servicio del autoconocimiento, con pretextos como la pereza, el mayor enemigo de la espiritualidad. Por detrás de todo esto está una ansiedad que intentamos silenciar con un diálogo interno cada vez más denso y menos natural.

La información que necesitamos para ampliar nuestra consciencia se oculta en los lugares más fáciles. Si no estuviésemos tan rígidos (importantes) como normalmente nos ponemos, todo en nuestro entorno nos contaría secretos increíbles. Solamente tenemos que abrir nuestros sentidos/percepciones, que inicialmente están instalados en nuestro cuerpo físico, dependientes del buen funcionamiento de los cinco sistemas excretores que son: pulmón, hígado, riñones, intestinos y piel.

Una vez desintoxicados, o mejor, buscando esta desintoxicación diariamente, se vuelve cada vez más fácil acceder al conocimiento, que inicialmente puede llegarnos despacito, pero la fuerza del desapego constante nos conducirá al despertar.”


Extraído de este blog, que recopila las enseñanzas de Don Juan:  http://bit.ly/1cJV5ct


8.1.14

El tiempo se dobló para mí


Extracto de mi  libro “El Camino de la Serpiente”.


¿Qué necesitaba esa niña de 8 años, mi niña interna que todavía estaba reclamando atención? Hicimos un ejercicio así en la terapia, para que yo me conectase con mis necesidades más profundas. Mi niña interna probablemente necesitaba un abrazo, cariño o protección, pero yo le di otra cosa.

Sentada en mi zafu, trabajando con la imagen de mis miedos de la infancia, esta sensación de que en realidad nadie me veía a mí, me di a mí misma lo que de adulta me ayudó a comprender que en realidad nunca estamos solos y que siempre estamos conectados.

Mi sensación de soledad fue perenne por años. Me sentí sola y enajenada muchas veces y en muchos ámbitos de mi vida. Desde que estoy con mi marido y mi hija, ya no tanto, pero a veces aún aparecía esa sensación de soledad.

Años atrás, en una experiencia profunda de meditación, vi por primera vez y con los ojos cerrados como, a través de la energía estamos conectados a todas las cosas y a todas las personas, no importa la distancia.

Unos entramados de luz dorada que nunca terminan, sino que dibujan formas, son la base de toda la existencia. Cuando los vemos, los percibimos o los sentimos, ya nunca más nos sentimos solos porque nos damos cuenta que siempre, sin excepción, siempre, estamos conectados a la totalidad. A través de estos entramados y conexiones de energía, estamos en contacto con todas las personas. Entonces cuando nos sentimos solos, solo debemos encontrar el hilo de luz que nos une con la persona que necesitamos y la energía se empieza a mover, conectándonos. Aunque lo leas y no lo entiendas, yo puedo sentirte leyendo mis palabras.

A mi niña interna, a la niña de 8 años asustada y sola, le di la capacidad de percibir el entramado de energía que la unía con la totalidad. En ese momento sentí que el tiempo se doblaba para mí, me unía en un entre-tiempo a mí de 35 años con mí misma de 8 años y de mis manos a las de mi niña pasó una energía en forma de llama dorada, pequeña, entraba entre las manos, hacia ella, que la tomó y la utilizó para conectarse.

Eso llevó un tiempo, muchas veces volví con mi niña a reforzar la intención de conexión. Después de unas semanas, la (me) veía conectada con todo. Veía como los entramados dorados partían de mi cuerpo y me conectaban con mi familia, mi escuela y mi entorno, ya no me sentía sola y mi miedo era menor. 

Sé que eso cambió mi presente. De alguna manera, lo que me di a mí misma en el entre-tiempo me permitió una conexión mayor en el presente e hizo que en este proceso diera un paso más.



Extracto del libro “El Camino de la Serpiente” de Marcela Thesz.




Los árboles dorados

Cuento publicado originalmente en octubre de 2011.




Llegó a un pequeño bosque luego de correr los 8 kilómetros diarios, pero no conocía ese lugar. Sin darse cuenta, sumida en sus pensamientos se había desviado de su camino habitual. Se dispuso a elongar sus músculos antes de recorrer los 8 km. de regreso, pero este lugar era extraño, la llamaba a hacer diferente.

Se sentó en la tierra, entre las hojas secas y el pasto húmedo. Sintió su respiración. Recordó lo que tantas veces repiten en la clase de tai chi: inhalar, inflar la panza… exhalar dejando que vuelva hacia adentro. Se quedó unos minutos sólo respirando. Apoyó su espalda contra un árbol y se le ocurrió probar…

¡Cuántas veces había abrazado un árbol imaginario en las clases! ¿Cuántas veces había abrazado un árbol real?

Se paró, miró el árbol, se acercó a él y lo abrazó. Apoyó la nariz contra el tronco, respiró la corteza. Cerró los ojos. Dejó que su panza se mueva en el árbol, respirando. Sintió las raíces y dejó que sus pies se hundieran con ellas. Su intención era fundirse con el árbol, ser parte de él. Y así se mantuvo durante minutos.

Cuando salió de ese hechizo, giró y apoyó su espalda contra el tronco que segundos antes era su cara. Dejó que el árbol la sostenga. Confiando completamente en él, se soltó. Recién en esa entrega, abrió los ojos y lo que vio la asombró. Pero no dejó que ese asombro la sacara de foco.

Comprendió que estaba viendo cómo ven los árboles. No había objetos, no había diferencias. Había una unión de los elementos que ella reconocía como tierra, árboles, cielo, porque se lo decía su cerebro, pero todo era una sola forma de matices dorados. En perfecta armonía, cielo y tierra estaban unidos por estos árboles dorados que, con inmensa paciencia, comprendían que su labor en este mundo era unir lo que tocaban sus raíces con lo que tocaban sus ramas.

Esa visión del mundo la maravilló. ¡Todo era tan simple! Sus pies en la tierra y su cabeza en el cielo. Su propio cuerpo en ese momento cumplía con el mismo objetivo de los árboles: unir su tierra con su cielo. Se vio dorada, unida a la tierra que la sostenía. No podía ver su cabeza, pero sabía que también estaba unida al cielo.

Entendió por qué había llegado a ese lugar y también supo que se tenía que marchar. Debía regresar a su vida. Comenzó a caminar, separándose del árbol y a medida que se alejaba de él su visión del mundo iba volviendo a la normalidad.



Extracto del libro “El Camino de la Serpiente” de Marcela Thesz.