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1.9.11

Sol, tormenta, libertad

Sol

Camina por el costado de la ruta con la mente justo en ese lugar. Nada se interpone entre el paso y el paso mismo. Ni un solo pensamientos fuera del momento, la mente como el cielo sin una sola nube. Un pleno día de invierno, soleado, frío, sin viento.

Dos de la tarde. Nada pendiente, nada que cambiar.

Soltándose el pelo, siente la libertad. La libertad de poder estar en ese lugar en ese momento – aunque momento y lugar no tengan nada excepcional -. La libertad de no haber dejado nada atrás ni tener nada esperando. Al regresar, ya verá qué hacer.

¿Cuántas de las personas que circulan en los autos por la ruta pueden decir lo mismo? ¿Saborean la misma libertad en este momento?
 
Todo su mundo construido esta en pie. Cuerpo, mente, espíritu: todo está bien.

Tormenta

Camina por la calle expresando su decepción en cada paso. Ese paso es mucho más que un paso. Es emoción, es rechazo, es resistencia. Las nubes en el cielo mantienen su cuerpo frío, sin sol. El viento le golpea la cara trayéndola al presente.

No logra dejar de pensar en lo que pasó anoche (o no quiere…).

Aprisionado entre los pensamientos, el cuerpo duele. Se mueve destartalado. Este mismo momento le sabe amargo, desteñido. Cruza en el camino a otra persona con la mirada perdida. En otra prisión, la misma sensación.

Se identifica con él, intentando no estar tan sola en su tormenta. ¿Qué tendrá pendiente por resolver el otro?

¡Ella si que tiene cosas por resolver al regresar! Su mundo, tal como lo ve en este momento, es un desastre.
  
El sol y la tormenta están en el mismo cielo.

La mente en el presente o la mente apegada a otros momentos. Como en un país tropical, sol y tormenta, ambos durante un solo día. En la mente, ambos durante un minuto.

Somos esclavos de nuestra propia mente caprichosa, esa que construye mundos bellos destruyendo los feos y viceversa.

¿Qué es la libertad? No ser propiedad de nadie y de nada. ¿Es no tener dueño, jefe o una pareja posesiva? ¿Es tener mucho dinero para poder hacer lo que uno quiera? ¿Es no tener nada que te ancle para así poder volar?

Para mí, es estar libre de mis propios pensamientos. Lo que pienso me esclaviza. Aunque tenga mucho dinero, en mi mente habrá siempre un “pero”. Aunque pueda volar, pienso que alguna vez se me puede quebrar un ala. Esa preocupación es mi dueña. La ansiedad es tu dueña. El control se apodera de otros. La obsesión, es ama de muchos esclavos.

Cuando logramos observar los pensamientos de manera ecuánime, sin etiquetarlos, sin aferrarnos a ellos o rechazarlos, encontramos la más profunda libertad que existe.

La libertad que te permite ser cualquier cosa que quieras ser, es la que surge cuando nuestros patrones mentales se hacen flexibles y cambian. Cuando no te preocupa perder, cuando no te anticipas a lo que vas a ganar.

Tú y tu mente, si están en este mismo momento juntos, son completamente libres. Aunque llueva o salga el sol.