Esta es una frase que habitualmente se dice en el Dojo Zen donde practico. Significa que cada uno se nosotros debe darse a sí mismo algunas condiciones necesarias para poder realizar una práctica regularmente. Se dice en el contexto del zazen, pero se aplica al tai chi, al yoga y a cualquier actividad que uno desee realizar. Si uno mismo no se da las condiciones, realmente no puede llevar a cabo la práctica (o el aprendizaje).
El tiempo
Para incluir una nueva actividad en la rutina diaria o semanal, hay que disponer de tiempo. Si la primera frase es “yo no tengo (o tengo muy poco) tiempo disponible” la actividad está destinada al fracaso. Nadie más que tú tienes que hacer algo respecto al tiempo. El tiempo disponible tiene que ser tuyo, no de los otros. Los otros dan la clase, ya disponen de su tiempo para ello...
También es importante disponer del tiempo previo y posterior. No es lo mismo llegar apurado sobre la hora, que tener la posibilidad de ir lento y descansar unos minutos al llegar. Tampoco es lo mismo tener que salir a las apuradas, que poder disfrutar del cierre sin pensamientos de ansiedad.
Durante los años que llevo dando la clase de tai chi en el parque los sábados a la mañana he tenido alumnos que me han pedido que sea mas tarde, mas temprano, otro día, mas larga, mas corta, suspenderla, no suspenderla… como si ese cambio representara una solución a su agenda o a su resistencia.
El dinero
La mayoría de las actividades tienen un costo, alto, bajo, ecuánime, pero lo tienen. Hay que disponer de ese dinero para realizar la actividad y pagar como y cuando corresponde.
Las personas que nos dedicamos a esto, generalmente nuestro objetivo principal no es el dinero, pero sí merecemos ser respetados en ese aspecto. Y aunque podemos ser contemplativos en algunos casos, esperamos que nos paguen.
La práctica “espiritual”, por decirlo de alguna manera, no excluye automáticamente el dinero porque nuestra vida sigue pasando también por las cosas materiales, en la gran mayoría de los casos.
Siempre pido que en las clases paguen con cambio (y agradezco cuando lo hacen), ya que es muy difícil para uno conseguir vuelto para todos. Es mucho más simple que cada alumno se encargue de conseguir su propio cambio. Es una cuestión de atención, de disponerse previamente a hacerlo.
El respeto por las pautas
Cada grupo y cada lugar de práctica poseen sus propias pautas. Las básicas: llegar en horario y cuidar el ámbito de la clase. Cuando una persona llega tarde afecta a todos los que ya están concentrados. Es importante darse las condiciones para poder llegar a horario. Lo mismo sucede con el espacio, cuidar el orden, la limpieza, estar atento a las propias pertenencias, etc. Cuando algo se rompe o se pierde, todo el grupo se ve afectado.
En algunos casos se requiere una vestimenta particular. Es importante poder cumplir con ello. Forma parte del respeto por la disciplina. En el Dojo Zen se solicita llevar ropa oscura y dejar los zapatos bien acomodados contra la pared. ¿Porqué? No tiene importancia, son las pautas necesarias a cumplir. Con el tiempo, las comprendemos.
Cada lugar tiene sus pautas, están desde antes que tu y seguirán estando luego que dejes de practicar. No dependen de las individualidades y hacen funcionar al conjunto.
La tarea
En muchos casos es necesario realizar alguna actividad complementaria de manera individual o en la casa. En el caso del tai chi o la meditación la tarea siempre es practicar.
Hacer la tarea es la única forma que uno tiene para evaluar su propio avance y siempre surgen dudas que luego se llevan a la clase y retroalimentan el proceso propio y de los otros.
¿Qué sentido tiene aprender algo que uno nunca va a llevar a cabo? Es necesario superponerse a la vergüenza, a la sensación de tontera y simplemente practicar, mas allá de lo que salga bien o mal.
La continuidad
Ninguna actividad se aprende en poco tiempo y cada tanto. Nunca vi una publicidad que diga “Ven a veces y poquito para lograr ser el mejor”.
Todas estas condiciones que uno debe darse para poder practicar, se las debe dar continuamente. Día tras día, semana tras semana. Eso no significa planificar todo a largo plazo. Por supuesto que si por algún motivo te vieras forzado a dejar, esta bien. Sino que tiene que ver con la negligencia o indulgencia en que todos caemos cada tanto. Implica ser sincero con uno mismo, realmente sincerarse respecto a que si el hecho de no poder tener continuidad en la práctica no es un auto-boicot.
La continuidad y la perseverancia son factores muy importantes de la práctica de cualquier disciplina o actividad. Allí está la posibilidad de aprender algo, sino se diluye.
Nadie va a organizar tu vida para estas condiciones se te den. Si quieres practicar tienes que darte las condiciones para que sea posible, sino ¿realmente quieres practicar? Y con esto me remito al artículo anterior “El precio de la práctica”.
El precio de la práctica es practicar y para ello tiene que haber un renunciamiento previo: el tiempo o dinero que antes destinabas a otra cosa, la atención sobre la ropa adecuada, el esfuerzo de la continuidad…
Para practicar tienes que poder practicar y para poder practicar, tienes que darte las condiciones!