Amor no es una palabra generalmente mencionada en los textos budistas. El amor del que hablan los budistas –la compasión– no es una emoción, o por lo menos no es lo que comúnmente llamamos emoción. No es tampoco lo que llamamos “amor romántico” que tiene en realidad poco que ver con el amor. Está bueno investigar que es realmente el amor y como está conectado a la práctica, dado que los dos frutos de la práctica budista son la sabiduría y la compasión. (…)
“Cuando, a través de la práctica, se llega verdaderamente a la experiencia del zazen [meditación], los bloqueos congelados de las emociones-pensamientos naturalmente se irán derritiendo. Sin embargo, si crees que debes cortar el pensamiento ilusorio en vez de observar como éste se derrite, la emoción-pensamiento regresará una y otra vez. Es como si cortaras el yuyo sin arrancar su raíz, el mismo volverá a crecer” (Menzan Zenji 1683-1769).
Muchas personas erróneamente comprenden la práctica como si fuera cortar el yuyo, y allí no hay aprendizaje. Por supuesto que el pensamiento es ilusorio, pero debemos observar como se derrumba para comprender. (…) “La emoción-pensamiento es la raíz de las ilusiones, un apego terco a un punto de vista imparcial, formado por nuestras propias percepciones condicionadas” – dice Zenji.
La práctica se centra en clarificar como la emoción-pensamiento se derrite. Primero debemos verla tal como es: los pensamientos emocionales, egocéntricos con los que nos alborotamos todo el tiempo. Su ausencia es el estado de satori, es la iluminación. Sin excepción, todos estamos atrapados en las emociones-pensamientos, pero el grado de acorralamiento varia en gran medida. Existe una gran diferencia ente una persona que está atrapada en ellos 95% del tiempo y otra que lo está solo el %5 del tiempo.
Estrictamente hablando, las relaciones son con todo: el vaso, el pasto, las montañas, las personas. En este momento hablamos de relaciones con las personas, porque parecen ser las mas difíciles. Y si no hemos estado escondidos en una cueva por 20 años, todos tenemos relaciones con otras personas. En estas relaciones siempre hay algo de amor genuino y algo de amor falso. Cuanto de cada uno, depende de nuestra práctica. El amor falso engendra a la emoción-pensamiento de la expectativa, la esperanza y el condicionamiento. Cuando no podemos ver a la emoción-pensamiento como algo vacío, tenemos la creencia de que las relaciones deben hacernos sentir mejor. Mientras la relación alimente nuestra idea de cómo debieran ser las cosas, pensamos que es una buena relación.
Pero, cuando vivimos con alguien o tenemos una relación estrecha con otra persona, ese tipo de pensamiento ilusorio tiene pocas chances de sobrevivir. A medida que pasa el tiempo y la ilusión colapsa por la presión, nos damos cuenta que no podemos mantener las bellas imágenes de la otra persona o de nosotros mismos. Por supuesto, quisiéramos mantener esa imagen ideal que tenemos de nosotros mismos. – Quisiera creer que soy una buena madre: paciente, comprensiva, sabia. Si mis hijos estuvieran de acuerdo con eso, estaría bárbaro. Este tipo de pensamiento ilusorio domina nuestras vidas.
Particularmente, en el amor romántico, la emoción-pensamiento alcanza su máxima expresión. - Yo espero que mi pareja se comprometa con la idealizada imagen que tengo de mi mismo y que cumpla con la idealizada imagen que tengo de él. Cuando deja de hacerlo (y dejará de hacerlo tarde o temprano) entonces digo: “Qué le pasa? Se acabó la luna de miel. Está haciendo todas esas cosas que yo no soporto.” Me pregunto ¿por qué soy tan desgraciado? Mi pareja ya no encaja, no refleja la adorada imagen que tengo de mi mismo y no colabora con mi confort ni con mi placer. Ninguna de esas demandas emocionales tiene nada que ver con el amor. Con las imágenes que se derrumban – y siempre lo hacen en una relación cercana – este “amor” se convierte en hostilidad y argumentos.
Entonces, si estamos en una relación, de tanto en tanto vamos a sentir dolor, porque ninguna relación va a encajar perfectamente con nuestras ilusiones. No habrá nadie nunca que viva con nosotros complaciéndonos de cada manera que deseamos. ¿Cómo lidiamos con esta desilusión? Practicando siempre, acercándonos cada vez mas a la experiencia del dolor, de la desilusión, de las esperanzas destrozadas, de las imágenes derrumbadas. Y esta experiencia es, en última instancia, no-verbal. Debemos observar los pensamientos hasta que la mente se encuentre lo suficientemente neutral como para que podamos entrar en la experiencia directa y no-verbal de la desilusión y el sufrimiento. Cuando experimentamos ese sufrimiento directamente, las emociones-pensamientos comienzan a derretirse y la verdadera compasión emerge.