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6.5.11

Confío

Confío en el momento presente.
Mi mente puede circular a gran velocidad desde el futuro al pasado y volver, o quedarse quieta en este momento y expandirse.

Confío en mi cuerpo.
Es un excelente receptáculo de mi consciencia y, aunque veces no me responde como quisiera, es el único que me acompaña incondicionalmente.

Confío en lo que contiene a mi cuerpo.
La tierra bajo mis pies, el aire que rodea mi piel, forman un perfecto marco que no cuestiona si estoy gorda o flaca. Me permiten sentirme.

Confío en la respiración.
El aire que respiro es el mismo que me contiene, es el mismo que nutre a las plantas. No me juzga, se da para mí sin importarle como lo desaprovecho a veces.

Confío en mis sentidos.
Lo que veo, lo que escucho, lo que ciento: una enciclopedia de sensaciones. Mis percepciones me indican lo que debo hacer, siempre y cuando el ruido de la mente me deje leer.

Confío en el horizonte, en lo que se viene.
Aprendo de él porque se amolda perfectamente a la tierra donde se apoya. Ojalá yo pudiera amoldarme tan fácil a lo que aparece.

Confío en la abundancia.
Se que hay de todo para todos y que siempre alcanza. No sucumbo a mi miedo a no tener y me abro a recibir. Todo llega, solo hay que saber donde.

Confío en el universo.
Lo que necesito llegará a mi puerta y aquello que debo ver aparecerá frente a mis ojos. Confío en que mi mente estará despejada y entonces podré tomar sabias decisiones.

Confío en mi confianza.
Aun en los momentos de desconfianza y desasosiego, mantengo la confianza en la confianza. Presentes en mi memoria los momentos de certeza, espero a que regresen, quieto.

Sin confianza no hay movimiento. La desconfianza genera apego, retención. En el apego, la energía se estanca. Hay que confiar, sino morimos.