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25.7.13

La ciencia de la respiración

Por Daniel Reid, “El tao de la salud, el sexo y la larga vida”.

“En Oriente, la respiración se considera una ciencia. La China tiene el Qigong y la India su pranayama, pero el mundo occidental ni siquiera posee un término específico para designar el control de la respiración. Por lo demás, los médicos occidentales tampoco comprenden cómo la energía atmosférica puede servir de «nutriente» esencial para la salud humana. Irónicamente, la ciencia occidental ha recopilado en los últimos tiempos una abundante información que tiende a confirmar claramente las antiguas ideas taoístas con respecto al aire, al aliento y a la energía, así como su decisiva importancia para la salud y la longevidad.

El elemento esencial del aire que transporta la carga vital de Qi no resulta ser el oxígeno, ni el nitrógeno, ni ningún otro elemento químico gaseoso, sino más bien los iones negativos, minúsculos y sumamente activos fragmentos moleculares que poseen una carga eléctrica negativa equivalente a la de un electrón. Por el contrario, los contaminantes como el polvo, el humo y los productos químicos tóxicos adoptan en el aire la forma de grandes iones polimoleculares de carga positiva. En el aire contaminado, los iones positivos atraen, capturan y neutralizan a los iones negativos, privando así al aire de su vitalidad.


Respirar esta clase de aire equivale, en otro nivel, a alimentarse de «comida basura», llena de calorías muertas. En el aire campestre puro, la proporción de iones negativos y positivos viene a ser aproximadamente de tres a uno; en la contaminada atmósfera de la ciudad, esta proporción se invierte espectacularmente, cifrándose aproximadamente en un ion negativo por cada quinientos iones positivos.

La vitalidad de los iones negativos del aire también queda destruida por los sistemas de aire acondicionado y calefacción central, y por los espacios cerrados. Hace mucho que se ha observado que el hecho de trabajar todo el día en un taller u oficina con aire acondicionado o calefacción suele dejar a las personas completamente agotadas, aunque no hagan más que estar sentadas tras un escritorio o de pie ante una cadena de montaje, en tanto que los campesinos que se pasan el mismo número de horas al aire libre, realizando un extenuante esfuerzo físico, no presentan este síndrome de completo agotamiento al terminar la jornada.

Esto sucede porque no es el trabajo en sí lo que agota a los obreros y oficinistas, sino la ausencia de vitalidad en el aire que deben respirar todo el día. En Japón, donde se tiene claro el concepto de Qi, la mayoría de los edificios de oficinas, fábricas y hoteles de lujo están actualmente provistos de generadores de iones negativos, para reponer los destruidos por la calefacción, el aire acondicionado y la contaminación. Tal vez éste sea uno de los secretos de la increíble productividad de los japoneses.

En la naturaleza, el aire resulta naturalmente ionizado por la acción de la radiación electromagnética de onda corta procedente del sol y otros rayos cósmicos, que bombardean las moléculas de aire e imparten energía a los fragmentos. El movimiento y la evaporación de las grandes masas de agua también ionizan el aire que tienen encima. Un tercer sistema de ionización natural es el libre desplazamiento del viento sobre los grandes espacios abiertos. Así pues, el Qi atmosférico más potente se encuentra en las grandes altitudes, donde la radiación solar y cósmica es más intensa, los vientos son constantes y el agua se halla en forma de lagos y rápidas corrientes. Por eso se siente uno tan refrescado y vigorizado tras pasar un día en la montaña, aun después de una gran caminata.”