BUSCAR EN TAI CHI DEL PARQUE

28.11.11

Objetivos de la meditación

Dentro de los lunes de meditación, en los que todos los lunes retomamos esta práctica, esta vez nos referimos a los objetivos de la misma.

La mayoría de la gente ajena a la meditación piensa que el objetivo de esta práctica es simplemente relajarse. También, hay muchas técnicas de meditación que focalizan en armonizar el cuerpo y la energía para mejorar la salud, en base a la medicina china o al ayurveda, los chakras y otros centros energéticos. Otras técnicas se orientan también a elevar, ampliar o profundizar la consciencia espiritual.

Otro objetivo es aprender a focalizar la mente. Como los pensamientos ocupan nuestra mente constantemente y nos llevan de un lado a otro, focalizar la mente en una sola cosa (un mantra, un sonido, la respiración) es difícil y conlleva mucha practica.

La percepción es también otro objetivo de la meditación. La percepción de la realidad tal cual es o la percepción de lo que sucede en el cuerpo y en la mente. Percibir y observar los pensamientos, las emociones tampoco es un trabajo fácil.

Como hay muchas, realmente muchas técnicas de meditación, todos estos objetivos son posibles. El conflicto surge cuando lo único que nos importa en la meditación es lograr ese objetivo.

Y esto sucede porque la mente funciona así: hago algo para lograr algo.

Lo más interesante es que todos estos posibles objetivos son también consecuencias de la práctica. ¿Qué significa esto? Que si te sientas a meditar todos los días, tarde o temprano te relajas, tu cuerpo sana, tu salud mejora, tu vida adquiere una faceta mas espiritual, focalizas la mente, percibes tu cuerpo, tus pensamientos y emociones y aceptas la realidad tal cual es.

La mente ya esta pensando en el logro cuando ni siquiera ha podido comenzar a hacer eso que la llevará al logro. Porque la mente es tu primer obstáculo en la meditación. Piensa, piensa, piensa y no te deja meditar.

No pienses en lo que quieres o vas a lograr con la meditación. Simplemente sigue la práctica, te sientas y meditas. Así como te sale, no te digas “me sale bien – me sale mal”, simplemente hazlo cada día. Cuando dejes de hacerlo, retoma sin culpas, sin reproches.

Ahora mismo, sentado frente a la pantalla, pon el reloj para que suene dentro de X minutos. Cierra los ojos y sigue tu respiración. Cada vez que aparece la mente, déjala y vuelve a la respiración. Tantas veces como sea necesario, tantas veces como es sucede, sin decir “mucho-poco”. Cuando suene el reloj, sigue tu día y regresa aquí mañana.