Mañana nos vamos al campo en retiro de meditación y chi kung durante tres días.
Un retiro es una experiencia que vale la pena tener: compartir con otras personas la práctica y lo que surge de ella, que para cada uno es algo distinto, pero siempre ligado a las emociones y pensamientos y a las situaciones de vida que a cada uno le toca atravesar.
En los momentos difíciles, cuando uno ya no sabe qué hacer, siempre pienso que existe la opción de no hacer nada, de retirarse de la situación por un tiempo para ver que pasa. Aunque nunca te hayas ido de retiro “oficialmente” con un grupo de práctica, seguramente te retires a tu manera, yendo al campo, a la montaña, a caminar. Es una práctica sana que clarifica la mente, tranquiliza, centra y equilibra.
Un factor importante cuando uno está en retiro es minimizar la influencia habitual de los sentidos. Lo que percibimos a través de los sentidos o lo que emitimos a través de ellos genera mucho ruido en la mente. Encontrar el silencio interno, la calma, la paz, es más fácil si por un tiempo ignoramos las percepciones.
No hablar
Definitivamente recomiendo no hablar o hablar lo mínimo indispensable. Muchas cosas que decimos las decimos por impulso, si observamos ese impulso antes de emitir las palabras la mayoría de las veces elegiremos mantener el silencio. El silencio que generamos con la boca contagia a la mente.
Cuando salimos a caminar, la experiencia es completamente distinta si lo hacemos en silencio que charlando con una persona que nos acompaña. Al terminar de meditar, es recomendable seguir en silencio en vez de vomitar todos los pensamientos que surgen.
No escuchar
Las demás personas también deberían intentar no hablar. Se lo podemos pedir.
También está bueno evitar los IPods, MP3s, auriculares y demás aparatos. Escuchar música nos mantiene en constante atención externa. Es una ayuda para quienes, por ejemplo, recién comienzan a meditar y no logran concentrar su mente pero yendo a una práctica profunda, es mejor el silencio que incluye los sonidos que surgen allí donde estamos.
Tampoco es necesario el silencio total: el ladrido de un perro, los pájaros, un trueno siempre son llamadores que nos traen al momento presente.
No mirar
Evitemos observar a las demás personas. No hay necesidad de corroborar lo que cada uno hace. La mente es la que busca entretenimiento, observa y luego juzga. Evitando mirar, prevenimos el juicio.
Podemos dejar también la cámara de fotos y la filmadora. Sacar fotos es estar atento al ojo externo, emitiendo constantemente el juicio sobre lo que observamos: lindo - saco una foto, feo – no la saco, apegándonos a momentos que queremos inmortalizar en el recuerdo. Veamos el momento presente, tal cual es, teniendo en cuenta su impernanencia.
No oler
Evitando todos los aromas artificiales que usamos actualmente: desodorantes, perfumes, talcos, etc. y manteniendo la higiene personal. De esa manera podemos oler el lugar en donde estamos: las maravillosas flores de campo y la bosta de la vaca.
Tocar
Creo que en este caso es al revés. El sentido del tacto existe a través de la piel, toda absolutamente toda la piel. Sentir el aire que rodea al cuerpo, la tierra debajo de los pies, la ropa, el sombrero, nos lleva a estar conscientes del momento presente. Al tocar al otro, sentir su piel. Al tocar una flor, sentir su textura. El tacto es un sentido que está apagado generalmente, en este caso es una oportunidad para encenderlo en su mayor potencial.
No pensar
Los budistas dicen que la mente es un sentido más y que su naturaleza es pensar, por lo cual es imposible dejar de pensar como es imposible apagar completamente los demás sentidos. Lo que debemos comprender es que esos pensamientos que surgen no son tan importantes como la mente nos dice que son y bien podemos dejarlos pasar, ignorarlos por un tiempo.
No hablar. En el silencio, oír lo que éste nos da. No mirar más allá del momento presente. Oler la dualidad de la situación. Sentir. Dejar pasar.
Creo que allí donde te retires, puedes encontrar la paz de esta manera... recibiendo al momento presente tal como es.