Cuando sufres, cuando pasas por una situación fuerte, cuando tus emociones te dominan, puedes elegir quedarte viviendo en ellas o soltarlas y seguir adelante.
Las emociones representan nuestra reacción ante las situaciones que vivimos, surgen en función de nuestra historia y estructura y suceden en un espacio de tiempo determinado cuyo límite depende de uno. Cada vez que uno se conecta con una emoción, también se conecta con los momentos en los que la sintió. Por ejemplo, si siento tristeza, la consciencia me conecta con los momentos tristes de mi vida.
El límite entre seguir sintiendo la emoción o pasar a la aceptación depende de uno. Es una elección, que en general se hace de manera inconsciente pero que puede ser totalmente consciente desde el momento que comprendemos que seguir conectado a una emoción implica estar viviendo en el pasado, en la situación en la que ésta surgió.
Vivir en el pasado obviamente implica no estar viviendo el presente, el aquí y ahora que nos permite cambiar, crecer, avanzar. Quedarse en el pasado conlleva estancamiento. Quedarse estancado y echarle la culpa a los de afuera es más fácil que aceptar las situaciones tal como fueron, soltarlas y seguir adelante, porque la aceptación conlleva responsabilidad, a veces dolor, esfuerzo personal y sobre todo crecimiento.
La única manera de lograr lo que uno desea es soltando el pasado y focalizando la energía en el presente. Para ello debemos encontrar la valentía necesaria para aceptar, soltar y resistirse de agarrase nuevamente a las emociones.
La valentía surge de lo mas profundo de nuestro ser, de las entrañas como decía el cuento anterior. Ser valiente no es fácil. Implica poner un límite en nuestros miedos, no dejarse llevar por ellos y mantener la firme decisión y el coraje para adentrarse a lo desconocido abandonando la comodidad que nos brinda lo habitual (mas vale malo conocido que bueno por conocer…).
Para los chinos, el control de nuestros miedos lo logramos al armonizar la energía de agua en el cuerpo relacionada con los riñones y la vejiga. La capacidad de decisión y el coraje surgen del funcionamiento armonioso de la vesícula biliar, o sea de la energía de la madera. La intención de probar lo desconocido surge del fuego del corazón. Vemos así que la valentía realmente surge de nuestras entrañas y de nuestros órganos. La respiración profunda y pausada nos ayuda a que esta energía descienda al dantien, el cuerpo y la mente se calmen y entonces sea posible guiar la energía para que la valentía emerja y logremos soltar y avanzar.
La práctica de cualquier disciplina que nos ayude a armonizar estas energías será de gran utilidad por supuesto. A través de Reiki es posible trabajar la armonía de la madera, del agua y del fuego con distintas posiciones durante el tratamiento:
● Ubicando las manos sobre los ojos, que son la apertura externa de la madera, y también sobre hígado y vesícula ayudamos a armonizar este elemento.
● Ubicando las manos sobre el dantien, luego sobre el “mingmen” (en las lumbares) y en las orejas ayudamos a armonizar el elemento agua.
● Las manos en cuarto chakra (centro del pecho) permiten armonizar el elemento fuego. Dar Reiki en la palma de la mano ayuda drenar el exceso de energía de corazón a través del punto “laogong” ubicado en el centro mismo de la palma.
Además, la práctica regular de meditación conjuntamente con técnicas de respiración colaborará a profundizar este proceso.
Imagen: "La vida se contrae o se expande en función de la propia valentía". - Anais Nin –
Tai Chi del Parque – Instructora Marcela Thesz – Córdoba, Argentina.