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14.9.09

Sobre el movimiento y la consciencia


¿Cuántas cosas hacemos de manera inconsciente durante el día? ¿Cuáles son esas cosas que hacemos de memoria, mecánicamente, y después ni nos acordamos de haberlas hecho? Muchas veces no ponemos consciencia en nuestras acciones. Nos olvidamos que cada acción desencadena otra y otra, y que a través de la consciencia cambiamos y mejoramos.

Con el tai chi podemos aprender a focalizar nuestros pensamientos y lograr consciencia en cada cosa que hacemos, en cada movimiento que realizamos. Es mas, logramos desintegrar los momentos y poner consciencia en los segundos, en las pequeñas cosas que habitualmente pasarían inadvertidas. Y luego, cada segundo se hace eterno al disfrutar las sensaciones que surgen desde la consciencia.

Primero debemos sentir la respiración. El aire que entra por la nariz y llega a los pulmones, llenado el cuerpo de energía nueva. La exhalación se realiza sin forzar ni soplar, suavemente por la nariz, sintiendo el aire que sale de nuestro cuerpo tomando consciencia de que a través de esa exhalación estamos eliminando toxinas y bloqueos. Sentir la respiración nos permite tomar el aire justo que necesitamos en cada momento de acuerdo a lo que estemos haciendo.

Luego, tomamos consciencia de nuestros pies, que están sobre la tierra, pero no siempre lo sentimos así. Ser conscientes de nuestra conexión con la tierra a través de los pies es de suma importancia. Nos permite descargar tensiones y tomar energía nueva para el cuerpo. Nos damos cuenta de cómo apoyamos los pies, qué zonas tienen mas tensión y de cómo nos paramos ante las situaciones. La consciencia en nuestros pies también nos brinda enraizamiento y seguridad.

Las pantorrillas y las rodillas aparecen al sentir los pies. Tomamos consciencia de que las pantorrillas deben estar relajadas y las rodillas en la postura correcta, alineadas con lo dedos de los pies. Si no tenemos consciencia de las rodillas, las mismas se hunden hacia adentro y se lastiman. Sentimos como la energía de la tierra sube por los pies hacia las rodillas y luego hacia la cadera, por cada pierna hasta cada cresta ilíaca.

Es a través de la consciencia del movimiento de la cadera, hacia un lado y el otro, que le damos dirección e intencionalidad a nuestro movimiento de tai chi. Adelante, atrás, derecha, izquierda surgen a partir de la conciencia en las piernas y la cadera.

Luego sumamos el tronco, que se mueve alineado a la cadera y permite que la energía suba al centro del pecho y se distribuya hacia los brazos. En cada punto de la columna, entre la cadera y la base del cuello, debemos poner consciencia, ya que a través de los mismos, la energía sube alimentando los órganos, los huesos, la médula y nos da capacidad de acción en las manos.

Sentimos nuestra panza, el dantien inferior, que almacena nuestra energía y le da sentido a las acciones.

Le damos consciencia a nuestros hombros relajándolos y permitiendo de esa manera que nuestros brazos se llenen de energía. Los codos también se deben sentir, también las muñecas, y por último la palma de las manos y los dedos, eliminando la tensión.

Luego, sentimos la coronilla, el punto que nos conecta con el cielo y nos regala las ideas. La energía del cielo entra por ese punto y baja por la cabeza y el cuello hacia el centro del pecho y más abajo aun, al dantien inferior. Al sentir que nuestro cuello suavemente sostiene la cabeza sin esfuerzo, lo relajamos y le damos consciencia a nuestro rostro, que posee tantos músculos y que todos deben estar relajados.

Tomemos consciencia de nuestro ceño fruncido, nuestra boca tensa y nuestros ojos entrecerrados. Le demos paz a nuestra cara al sentirla.

La energía del cielo se une con la energía de la tierra y también va hacia las manos, generando a través de la consciencia una potencia incalculable para asestar un golpe o llevar a cabo una acción. Estas dos energías se unen por medio de nuestra intención y consciencia en el movimiento suave y sutil que implica el tai chi chuan.

Los movimientos en el tai chi deben ser siempre conscientes, nunca caer en la mecanicidad, que equivale a “tener la cabeza en las nubes”. La consciencia nos permite ejecutar el movimiento necesario en cada momento, utilizando solo la energía justa, ni mas ni menos.

En cada paso que damos debemos sentir y darle consciencia a los pies, las rodillas, la cadera y el dantien y el tronco. Por cada golpe que queramos dar debemos sentir y darle consciencia a nuestra cabeza, cuello, hombros, brazos y manos, uniendo nuestra energía en el centro del pecho.

Es así que cada movimiento se transforma en miles. Movemos cada porción de músculo, cada articulación y hueso como si fuera el único movimiento que debemos realizar. Eso nos lleva a poder percibir los segundos dentro de cada momento, dándole consciencia a nuestra vida diaria. En cada paso sentimos el cuerpo y a cada acción le damos intención y dirección a través del pensamiento consciente. De a poco dejaremos de lado todo lo superficial que hacemos mecánicamente y seremos conscientes de todas las cosas que hacemos cada día, cuidando nuestra energía, sin malgastarla en situaciones innecesarias.



Tai Chi del Parque – Instructora Marcela Thesz – Córdoba, Argentina.