Últimamente mis lecturas terminan toadas en el mismo lugar, la aceptación. Soy una gran compradora de libros (no sólo de tai chi chuan) que leo con pasión y conciencia. Este año mis lecturas me llevan siempre a comprender la importancia que tiene aceptar las cosas y no luchar contra ellas.
En Febrero, luego del accidente en el que perdí mi auto, tuve que trasladarme por la ciudad en colectivo y taxi. Mis horarios y destinos son fijos pero complejos y entre las clases de tai chi chuan, los horarios de la escuela de mi hija, mi trabajo en marketing, el supermercado y demás, había días que tomaba varios taxis y varios colectivos. A las dos semanas luego del accidente estaba cansada de explicar cada día a cada taxista los detalles mi destino y de esperar los retrasos de los colectivos (en Argentina es común que el colectivo pase fuera de horario). Decidí entonces dedicar una mañana a conseguir un taxista que pueda contratar para que me lleve y me busque durante el día. Mi tarea no tuvo frutos, lo que yo quería era imposible de conseguir.
Me planteé entonces que si mi problema no tenía solución, debería dejar de quejarme y simplemente aceptar la situación. Esta decisión conciente me llevó no sólo a dejar de gastar energía en quejas sino que llegué a disfrutar los viajes en colectivo, las esperas en las paradas y las charlas sin sentido con los taxistas. Cada vez que sentía agotamiento por la situación recordaba mi decisión y la aceptación cociente de lo que me tocaba vivir en ese momento.
Estuve un mes y medio sin auto y luego esta situación, que ya había plenamente aceptado, cambió cuando compramos un nuevo auto. Cuando volví a conducir me di cuenta de la energía que necesitaba para hacerlo y de la concentración y conciencia que uno debe poner durante cada trayecto. Había días que no tenía la conciencia necesaria para conducir, porque estaba cansada o con otras cosas en mi cabeza. Resultó ser que extrañaba el colectivo, extrañaba poder mirar el cielo en la calle, leer mi libro en la parada y bajarme antes para caminar unas cuadras escuchando mi música. La situación que inicialmente me molestaba y que luego acepté ahora me hacia falta!
En este momento acepto mi nueva situación de tener que conducir cada día a mi destino. Comprendo pero que tengo opciones, puedo ir en auto o puedo ir en colectivo. Cualquiera de las dos situaciones está bien ahora. Si tengo tiempo y no tengo ganas de conducir, me voy en colectivo. Si no tengo tanto tiempo, conduzco. La aceptación de las situaciones me permite elegir lo que puedo hacer y lo que quiero hacer. Es extraño para las persones escuchar mi respuesta cuando me preguntan sobre mi auto, porque digo “lo dejé en casa porque no tenía ganas de conducir”. Lo mismo me sucede cuando salgo de noche: no me gusta conducir de noche entonces salgo en taxi. No porque tenga auto debo andar siempre en el auto. Y cuando no tengo auto, disfruto de no tenerlo.
Esta situación tan simple y cotidiana de la vida que la mayoría de las personas pasa por encima sin tanto análisis, a mí gracias al tai chi, me brinda un aprendizaje. En el tai chi tratamos de no utilizar energía de más en ningún movimiento y aprendemos a ceder ante las situaciones y dejar pasar los ataques para luego atacar (o accionar) con conciencia de la manera adecuada en el lugar adecuado.
Las situaciones de la vida no están en contra de uno. Uno es el que se pone en contra de las situaciones y gasta una terrible cantidad de energía en esa pelea. Si dejáramos que las situaciones simplemente pasen y accionáramos de manera conciente a cada momento, aprenderíamos a disfrutar de cada cosa que nos suceda.
Tai Chi del Parque – Córdoba, Argentina – Instructora Marcela Thesz