Del libro “Tai Chi como camino de sabiduría”
La técnica de meditación de atención plena (mindfulness meditation) es una práctica budista que permite calmar y centrar la mente. Al practicar la atención plena aprendemos a observar nuestra mente con cierto desapego. No es un distanciamiento frío sino un deseo de dejar que todo surja y de estar presente, sin quedar atrapados en los pensamientos ni tampoco tratando de suprimirlos.
La atención plena es algo que se practica, se ejercita, porque las cualidades de estar despierto y de estar atento que la caracterizan, necesitan desarrollarse y entrenarse. Nuestras mentes están tan llenas de diálogos internos, tan ocupadas planificando, recordando, analizando, culpando o explicando, que raramente logramos este deseado y tranquilo estado mental de estar atentos al momento presente.
A medida que continuamos practicando llegamos a experimentar momentos en los que el ciclo de pensamiento habitual se interrumpe y nos encontramos frescos, vivos y completamente presentes en el ahora. Cada uno conoce esos momentos: puede ser mirando las palomas volar sobre la plaza u observando los esfuerzos de un niño por construir castillos de arena sin que se los lleven las olas.
La atención plena se trata de estar completamente despiertos en nuestras vidas. Experimentar cada momento en su total vitalidad, en su total realidad, con las satisfacciones y lamentos que traiga, exactamente como es. Cuando nos situamos en el momento, tenemos la posibilidad de estar en nuestro propio cuerpo, sin pelear, rechazar o discutir con uno mismo. Aprendemos a recibir y dar con confianza, equilibrio y de manera saludable. A medida que experimentamos el camino de la atención plena nos conectamos con la capacidad de movilizar los propios recursos para sobrellevar las situaciones, madurar y sanar.
Una manera de comenzar con la práctica de la atención plena es a través de la respiración. Primero, dirigimos nuestra atención al labio superior, a la punta de la nariz o al abdomen. Al respirar, prestamos atención a las sensaciones físicas que surgen con el movimiento de la respiración. Sentimos el aire pasar por sobre el labio superior o saliendo de las fosas nasales. Si estamos prestando atención al abdomen, buscamos sentir como se expande y se contrae el mismo. El objetivo no es controlar la respiración sino, sentir el cuerpo mientras el mismo se mueve.
Al profundizar más en la práctica es posible observar finamente las cualidades de la respiración: larga, corta, caliente, fría, entrecortada, fina, etc. Al utilizar la respiración como anclaje al momento presente es posible alcanzar cada vez niveles más sutiles en la naturaleza de la respiración y también de uno mismo.
Aplicar estas lecciones sobre la atención plena a la práctica del tai chi es realmente descubrir el corazón del tai chi como meditación en movimiento. El tai chi puede ser una práctica de atención plena, cambiando la atención en la respiración por la atención en el movimiento. Prestar atención a las sensaciones que surgen en el cuerpo al realizar la Forma es practicar la atención plena. Por ejemplo, comenzar sintiendo los pies al cambiar el peso del cuerpo de uno a otro, sintiendo como cada parte de la planta del pie va tocando el piso al dar el paso. Otras veces se puede sentir la espalda, registrándola en su completa expansión, en vez de de focalizar en la parte frontal del cuerpo como usualmente hacemos.
Prestar atención a nuestras sensaciones nos mantiene atentos al momento presente. Estar completamente presentes en cada movimiento de la Forma también nos ayuda a soltar la necesidad de apurarnos hacia el siguiente movimiento, como muchas veces sucede.
Lleva tiempo aprender a poner los frenos para quedarnos en el momento presente. Pero con la práctica, logramos conseguir una actitud más relajada respecto a la ejecución de la Forma y a todo en general. En vez de obsesionarnos por completar el aprendizaje de la Forma y dominarla, surge la curiosidad de descubrir cada movimiento otra vez y otra vez.
Extracto del libro: “Tai Chi as a Path of Wisdom” by Zen priest Linda Myoki Lehrhaupt – Shambala - 978-1570624452.