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19.1.11

Pensamientos y emociones son objetos de la mente

Los pensamientos surgen constantemente de la mente, es la naturaleza de ésta pensar. Todos los productos que la mente puede elaborar son pensamientos: ideas, imaginación, cálculos, creaciones, racionalizaciones, proyecciones, recuerdos, etc. Los pensamientos son nuestra interpretación de la realidad.

Las emociones surgen de la otra mente, la emocional o de fuego según la filosofía china. Son nuestra respuesta natural a las situaciones que vivimos y nos sirven para establecer posición respecto a las demás personas y cosas. Nos llevan a la acción: si estamos tristes, lloramos, si estamos enojados, gritamos, si nos gusta, nos acercamos, si es feo, nos alejamos. Muchas veces, nos arrepentimos de estas acciones.

Pensamientos y emociones están muy relacionados. Sucede algo que en nuestra mente se convierte en un pensamiento determinado y respondemos a esa realidad con una emoción que nos lleva a accionar de una determinada manera. Cuando este proceso se da de manera inconsciente, tenemos una reacción, en pos de la propia supervivencia.

El instinto de preservación es natural e innato. Las personas no solo intentamos auto-preservarnos físicamente sino también emocionalmente. Pero sobre todo, cuando hablamos de supervivencia hoy en día, lo que queremos las personas es que sobreviva nuestro ego.

“Camino por la calle y escucho un perro que me ladra, lo veo y pienso que realmente es grande y amenazador. Me asusto y salgo corriendo.” Es un pensamiento sobre una realidad que interpreto, siento una emoción como respuesta a esa situación y reacciono corriendo.

Puede ser que el perro sea bueno y no me fuera a morder, pero de todos modos es una reacción adecuada ante la propia percepción de la realidad. Pensamientos y emociones al servicio de la supervivencia de la persona.

“Conduzco el auto a una determinada velocidad. Un auto atrás mío me hace luces y toca bocina. Quiere pasar porque va más rápido. Eso me molesta y no lo dejo pasar.” Surge un pensamiento sobre la situación: “me quiere ganar”. Siento una emoción, “molestia” y reacciono bloqueándole el paso. Pensamientos y emociones al servicio de la supervivencia del ego: yo tengo razón, mi forma de conducir es la correcta.

Probablemente, un rato después, uno recapacita y piensa que tonto fue al reaccionar de esa manera.

Si pudiéramos, en ese mismo momento previo a la reacción, observar el pensamiento que surge y la emoción de respuesta, antes de llegar a la acción, tal vez frenaríamos el proceso evitando la reacción.

En meditación intentamos eso mismo: observar la mente y sus creaciones, sin juzgarlas y sin ser poseídos por las mismas. Los pensamientos son objetos que así como surgen, también desaparecen, por ello luego de las reacciones inconscientes, recapacitamos y pensamos distinto.

Las emociones que surgen también son productos de este proceso y no debemos rechazarlas pero tampoco dejar que nos dominen.

Por ello, cuando surge un pensamiento debemos observarlo como si tuviéramos un objeto en la mano y tener en cuenta su grado de impermanencia. Probablemente desaparezca luego de un rato. Pero si se queda lo suficiente como para que surja una emoción debemos observar esa emoción, como otro objeto en la otra mano y simplemente esperar. Si esta emoción crece, esperar aun más, conscientes del proceso, sintiendo la respiración, poniendo la atención en el dantien y sabiendo que uno NO es la emoción misma y tampoco es el pensamiento. De esa manera logramos que no nos domine.


La mayoría de las veces, cuando uno se da cuenta de que está metido en este proceso de pensamientos - emociones, lo mejor es no hacer nada, sino esperar. A veces la espera será corta, otras veces será muy larga. Lo importante es no actuar desde la reacción porque esa acción estará condicionada por los objetos de la mente y probablemente nos llevará por un camino no deseado.

La acción válida es la que surge del silencio. Luego de esperar, una vez que pensamientos y emociones se han ido, en el mínimo silencio de la mente, surge la respuesta y esa es la acción que hay que llevar a cabo.