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18.3.09
El poder de ceder: lograrlo al no intentarlo
Encuentro estas palabras en un artículo escrito por un alumno de Cheng Man Ching hace unos 30 años. El Maestro Cheng Man Ching fue uno de los precursores del tai chi chuan en Estados Unidos y fue responsable en gran parte de la difusión de esta disciplina en los años 70. Su alumno, Fred Lehman, relata sus enseñanzas sobre “ceder”.
El Maestro Cheng le explica a su alumno que ya ha alcanzado un nivel significativo en la práctica del tai chi chuan y que debería prestar especial atención a partir de ese momento. El alumno comenta: “He practicado mucho y he pensado mucho, pero aun poseo hábitos obstinados y tensiones que no logro abandonar.” El Maestro le responde: “El Tao no es algo que uno pueda intentar hacer.” Estas simples palabras permitieron al alumno avanzar.
Todos los que practican tai chi se encuentran con este tipo de frustraciones que comprometen el progreso en la disciplina. Una frustración continua es tomar conciencia de lo mal que utilizamos nuestro cuerpo. Distinto de la mayoría de las criaturas de la tierra, los adultos humanos poseemos la tendencia de olvidar para que sirve cada parte del cuerpo. Las piedras, los árboles, los animales y los niños no poseen esta confusión, pero en algún momento de nuestro desarrollo, las personas inventan nuevos usos para cada parte del cuerpo. Es entonces en la clase de tai chi chuan que comenzamos a notar estas confusiones y tomamos conciencia que debemos caminar con las piernas y no con los hombros y que estos deberían estar relajados mientras tanto.
También observamos que al levantar la mano lentamente a la posición de “peng” (repeler) por ejemplo, la mano pareciera que sostiene algo, pero no hay nada en ella. Suelta aquello que sostienes y relaja la mano. Aun así, observamos luego que todavía sostenemos la mano en sí misma, como si fuera a desprenderse de nuestro cuerpo. Suelta la mano!
Hay distintas maneras con las que nos engañamos de poder, poder en el que utilizamos nuestra energía. A medida que la práctica de tai chi chuan avanza, la comprensión sobre aquello que podemos soltar alcanza niveles muy profundos. El progreso es lento, debido al miedo que tenemos al poder, el poder de hacer. El cuerpo sigue luchando contra sí aun cuando la mente ya sabe que simplemente no existe razón para luchar. El Maestro Cheng llama a esta etapa “beber una copa de amargura”. Uno se vuelve insoportablemente conciente de lo que es, en su mayor parte construyendo las acciones, en vez de SER las acciones. A pesar de los intentos, en algún punto seguimos resistiendo, y en ese punto el poder ya deja de ser el propio.
Recordemos el concepto de Lao Tze de la no-acción. Si fueras una hoja de césped en la pradera y el viento comenzara a soplar, como practicarías la no-acción? Si intentaras no moverte con el viento, estarías resistiendo. Si te acuestas para no crear resistencia, aun estarías haciendo algo siendo pasivo. Si simplemente te quedaras ahí siendo una hoja de césped, cediendo pero aun firme, en continuidad y coherencia, te moverías como el viento, a veces más, a veces suave. Un observador percibiría el movimiento pero no lograría determinar qué estás haciendo exactamente para lograrlo. Una hoja de césped, al no tener conciencia, espontáneamente practica la no-acción.
A través del tai chi chuan podemos ser una hoja de césped en el viento, en el mundo en cualquier situación. Lao Tze dijo “Aquello que cede, perdura, aquello que resiste, es destruido”. Lo destruido no tiene poder.
Lo más extraño (y más difícil de aceptar) en el tai chi chuan es la lenta comprensión empírica de que la no-acción en realidad funciona. De alguna manera, al adherirse a este principio, uno logra manejar y repeler fuerzas mucho mayores que la propia. Al leer este artículo, no tienes que intentar leerlo, simplemente ya lo estas haciendo.
Lao Tze dijo que el Tao del que puedes hablar no es Tao verdadero. Entonces aun las palabras son mentira, aun aquellas que son necesarias. El tai chi (el símbolo del yin y el yang) es el principio del vacío, básicamente inútil, lo que lo convierte en la cosa más útil del universo. Conocer aquello que es inútil permite encontrar el vacío en cada cosa y medida que te expandes en el tai chi chuan aprendes a hacer menos, cada vez menos.
Aquello con controlas, te controla. Agarra algo en este mismo momento, como ser la pata de una silla. Tómala bien fuerte como para que nadie te la pueda quitar. Trata ahora de moverte por tu casa con aquello que controlas. Comprendes? Eso es lo que el control vale en términos de poder. Cuanto más control posees, menos puede hacer. Sin embargo, aquel que controla el vacío, que controla el espacio, tiene poder. Puede moverse libremente, actuar apropiadamente, y soltar instantáneamente cuando ya no es apropiado intervenir.
Dado que el principio del Tao es no estar en conflicto con nada, el tai chi chuan no es incompatible con ninguna otra disciplina. El tai chi chuan no es en realidad un entrenamiento de defensa personal, o para la salud o la filosofía, los beneficios de estas áreas son efectos secundarios de la práctica.
El tai chi chuan no enseña como hacer algo. El tai chi chuan enseña cómo hacer. Enseña a ser tú.
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Artículo original:
“The Power of Yielding: Getting it Done By Not Doing It” by Fred Lehrman
© 1998 Fredrick Lehrman - Copyright (C) 2009 Cheng Man Ching Enterprise Llc. All Rights Reserved
http://www.chengmanching.com/yield1.html
Tai Chi del Parque – Córdoba, Argentina – Instructora Marcela Thesz