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28.9.07

El camino del guerrero

Un guerrero no es la persona que ha aprendido algunos movimientos, ni aquella que tiene la capacidad de patear a 40 km. por hora, o que ha ganado el campeonato de kick-boxing. Un guerrero debe ganarse el título. Sabe que las cosas van mucho más allá de la defensa personal aprendida a través de un arte marcial.

El guerrero entra en una habitación llena de gente e inmediatamente en la misma se siente calma. Puede tocar la cabeza de otra persona, un brazo o una mano y causar paz interior. Uno reconoce a un guerrero no por la forma que se viste, ni sus amplios bíceps, ni sus mangas arremangadas con tatuajes, o el hecho que use su uniforme de karate todo el tiempo! Reconocemos al guerrero por su simple presencia y la instantánea sensación de bienestar que le da a cada uno que conoce. Su energía, su “Qi”, nos toca y la sensación no es física sino más bien interna, la paz nos recorre.

El guerrero mira por sobre la Tierra de una manera diferente que aquellos que no lo son. Observa todo, desde el más pequeño insecto hasta el más grande mamífero, la insignificante roca o el imponente árbol son importantes. En el césped por donde camina, agradece por la suavidad bajo sus pies, en los árboles, agradece su sombra y su oxígeno. Todo tiene su importancia porque ha sido puesto en la Tierra con una razón.

Por supuesto, debe vivir los tiempos modernos. Debe conducir su auto e ir al supermercado, pero nunca pierde el sentido de su ser, y más importante, nunca olvida que es un guerrero. Conoce lo que es él, no es solo aquello que él logró para sí mismo sino también todo aquello que le fue dado para llegar a ser lo que es: una acumulación justo dentro de cada célula que deviene de sus ancestros. Todo lo que ellos fueron ahora lo es él. Cada pedazo de información que sus padres y madres reunieron se encuentran dentro de él.

Es así como cada uno de nosotros vive en sus hijos. Literalmente pasamos nuestro conocimiento, junto con los eones de conocimiento acumulado desde los principios de la humanidad, a nuestros hijos. Todo lo que somos en el momento de la concepción de nuestros hijos les es pasado a ellos. Creemos que tenemos ciertos talentos, pero el guerrero sabe lo que es, que ha venido desde el principio de los tiempos. Sabe que está hecho del mismo material que la roca, o un árbol, o una hoja de césped, la diferencia es sólo física. El guerrero sabe que no posee nada, que los animales son libres y que estos elegirán vivir con él. Nunca irá a la veterinaria a buscar una mascota, el perro irá a la veterinaria porque sabe que el guerrero llegará.

El guerrero se comunica con la tierra, habla con los perros, gatos y lechuzas, hasta con las serpientes, no mucho verbalmente sino simplemente desde su ser. Esta es la única cosa que en el Tierra es común para todos: SER. Él sabe que hay fuerzas que trabajan en este mundo, fuerzas con las que es necesario aprender a convivir, sino probablemente perecerá. La energía en el guerrero posee el poder de unir estas fuerzas y luego de cambiarlas. Esto llega sin recompensas, él sabe que no puede recibir sin antes haber pagado por ello. Todo el universo está basado en dar y recibir, lo que es llamado yin y yang. Por cada arriba hay un abajo, por cada alegría hay una tristeza, por cada panza llena habrá una vacía.

El guerrero sabe que debe perder para luego ganar y entonces se sacrifica. Sacrifica su comida, sus deseos sexuales, sus comodidades diarias porque tiene el poder de cambiar y de ayudar a otros a cambiar. No saliendo a la calle a ayudar sino teniendo el poder interno que siempre se encuentra ahí y automáticamente ayuda a otros a ser más sensibles, a estar más en paz. Y haciendo esto, las otras personas también podrán ver donde están y quienes son.

No somos simplemente el hijo o hija de una persona, somos los hijos e hijas de infinidad de personas, aquellos que han permanecido en nuestras células dentro de las cuales se esconde la sustancia de la creación. Ser un artista marcial es una característica del centenar que posee el guerrero, es sólo una parte del todo, es lo que da la confianza para convertirse en sanador, la energía interna que genera los cambios.

Un guerrero sabe que no existen maestros, sino guías. Aquellas personas que conocemos y nos dan algo interno, algo extra que permite que nos convirtamos en nuestros propios maestros. Sólo por simplemente ser, un guía nos ayuda a comprender que somos nosotros quienes nos enseñamos a nosotros mismos. Porque un guerrero también sabe que encerrado en todo se encuentra la célula primordial que posee toda la información. Aprende a leer esta información que llega como flashes al principio y que es demasiado para manejar por su cerebro y entonces lo cierra. Pero pronto comprende los flashes y estos se tornan más duraderos. Es allí cuando un guerrero sabe que está leyendo el tiempo. Aprende a comunicarse sin hablar, sabe que sus necesidades físicas se encuentran en segundo lugar, y no hay preocupaciones sobre cómo pagar la próxima cuota de la hipoteca.

El guerrero encuentra su lugar en la Tierra y allí se queda, donde está el poder. No es una búsqueda física sino que el guerrero es llevado al lugar donde debe estar y allí se queda. El mundo pasará por él, sin necesidad de viajar porque el universo está dentro suyo. Aquellos que lo busquen, lo harán cuando el momento sea el correcto, de la misma manera que él viajó por el mundo en busca de sus propios guías. Aquellos que lo encuentren aprenderán a enseñarse a sí mismos desde el interior y luego encontrarán su propio lugar en la Tierra. Probablemente nunca se vuelvan a ver, pero esa no es la preocupación del guerrero. Él siempre está en contacto.

El guerrero no es el maestro, ni el sifú ni el sensei. Estas son simple palabras que utilizamos para parecer importantes o mejores que aquellos a quienes guiamos. El guerrero es amigo de sus estudiantes y entonces no puede ser el maestro. No desea juntar alumnos, ya que estos lo buscarán y aquellos que necesiten un maestro, un sifú o un sensei no se quedarán, continuarán su búsqueda hasta que se den cuenta que la búsqueda a realizar debe ser interna y que quien buscan sólo puede ser un guía.


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Artículo original:
“The Way of the Warrior” por Erle Montaigue
http://www.taijiworld.com/Contents/wayofw.htm



Tai Chi del Parque – Córdoba, Argentina - Instructora Marcela Thesz