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25.8.11

Ultimo día

El último día de Sesshin (retiro de meditación budista) es como el último día de escuela. Te levantas temprano pero no importa porque sabes que es el ultimo día que lo haces. Asistes al Dojo con entusiasmo y te sientas con la mejor postura, consciente de que es el último esfuerzo necesario.

Todas las personas que asisten a Sesshin tienen ese día, entrevista (dokusan) con el Maestro. Yo estaba en ante-último lugar, con lo cual sabía que pasaría un largo rato antes de mi turno, pero también que, luego de mi turno, Sesshin estaría a punto de concluir.

Hay una mezcla de ansiedad y nostalgia en el ambiente. Todos queremos terminar pero también todos queremos quedarnos ahí. Lo que hemos logrado, luego de varios días practicando la atención plena desde las 5 hasta las 10 de la noche, nos brinda al final tal calma, tolerancia, completitud, que no queremos arruinarlo regresando a nuestros mundos. Pero, la realidad es tal cual es y Sesshin termina en pocas horas.

Es difícil concentrarse, por momento la ansiedad domina, pero regreso una y otra vez a mi respiración sin querer desaprovechar los últimos momentos.

Llega el último desayuno a las 8 de la mañana. Consciente de que no recitaré por varios meses el Sutra del Oryoki (ceremonia de comidas), lo hago atenta, pensando en el entrañable café que tomaré la próxima mañana…

En el descanso posterior al desayuno, preparamos nuestro equipaje, desarmamos las camas, no dormimos ninguna siesta matutina como días anteriores. El último día sientes que no hace falta recuperar sueño. Todo es excitación por el final. Vivimos esa excitación tal cual es: excitante! Otra vez he llegado!

En los primeros minutos de la meditación de la mañana me llaman para mi entrevista. Hace frío en el pasillo, pero creo que no me importa. Solo tengo una sensación profunda de agradecimiento al Maestro, a mis compañeros, a los organizadores. Esa sensación me inunda y nos inunda a todos. Luego, no pararemos de decirnos Gracias.

Espero sentada en la cola que hacemos en el pasillo cerca de la habitación del Maestro. Trato de concentrarme pero se que en ese punto ya mi mente me lleva. Lo que pasan antes de mi, demoran. Todavía hay preguntas de último momento. Como el alumno aplicado que quiere aprender a resolver la ecuación el último día de clase, finalizamos Sesshin con muchas dudas en la mente y solo algunas certezas que se disiparán con el tiempo.

Mi entrevista es breve. Agradezco al Maestro y me río con él. Me siento terriblemente bien. Camino de regreso al Dojo sabiendo que el final viene atrás mío.

El momento justo de final de Sesshin es impagable, es completamente impresionante. La expectación, la energía que flota en el ambiente, la atención. Todos estamos absolutamente presentes, el Dojo se siente completamente lleno. Las personas estamos allí. Es la máxima experiencia que he vivido de Aquí y Ahora en conjunto. Éramos 24 personas.

El final me quiebra, siempre lloro por un rato, me cuesta hablar. En un país donde los motivos de reunión son la comida en exceso o el fútbol, es increíble poder sentir semejante conexión con personas con las que no has hablado y no has hecho absolutamente nada.

Si tuviéramos un birrete, es ese momento lo lanzaríamos al cielo. Pasamos de grado!

Nos abrazamos, nos agradecemos, nos felicitamos. Sabemos que muchos de nosotros no nos veremos por varios meses, hasta el próximo Sesshin. Y tenemos esa emoción de las vacaciones que comienzan, mezclada con la tristeza de extrañar a estas personas que tanto quieres.

Pero la realidad tal cual es. Ha sido Sesshin, otra vez. He comprendido, me ha dolido, me he enojado, he disfrutado, he sido feliz. Sesshin ha sido la vida en cinco días.

Ya, de regreso en Córdoba, retomamos las actividades hoy mismo.