Así como el cuerpo se conecta con la Tierra para encontrar su fundamento, la mente se conecta con el presente.
Una buena postura. Separar los pies el ancho de caderas, apoyar el pie completo en el suelo, bajar el peso del cuerpo al punto 1 de meridiano de riñón. Ese es el punto que nos conecta con la tierra. Relajar las rodillas, entrar suavemente la cadera para rectificar las lumbares. Estirar la coronilla hacia el cielo. Bajar los hombros, relajar los codos. Sentir la suavidad en las manos.
Una buena postura. Separar los pensamientos y las emociones. Dejarlos pasar, sin rechazarlos o apegarse a ellos. Sentir la respiración. Es lo único que perdura. Es el presente, el ahora. Sentir el cuerpo, cada parte. Es lo único que está porque es lo que percibimos siempre. Es el aquí. Centrar la concentración en ello, en el aquí y ahora, en la respiración y el cuerpo. El fundamento de la mente está allí y a eso se agarra. La mente se enraiza al presente.
Las raíces del cuerpo entran en la Tierra. Las raíces de la mente entran al momento presente.
El enraizamiento es estabilidad, equilibrio, armonía, discernimiento, sensaciones… Cuando el cuerpo no está enraizado, es imposible andar, uno se cae, se pierde, se deja empujar, no se sabe defender. Cuando la mente no está enraizada, no hay claridad, se pierde entre los pensamientos hacia pasado y el futuro, se cae en el vacío que genera el continuo pensamiento, se deja empujar por las emociones, no se puede defender de si misma.
Pie derecho, pie izquierdo. Inhalación, exhalación. Tus ojos leen, tu mente interpreta. Quédate aquí, en tu cuerpo. Quédate ahora, respira. Sigue aquí, no importa lo que hagas. Regresa.
Regresa otra vez. Quédate contigo.