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21.10.09

El ataque y la lentitud del movimiento

Parece paradójico hablar del concepto de ataque en el tai chi de la mano de la lentitud, pero la relación entre ambos es de suma importancia y a través de la misma logramos no solo realizar un ataque efectivo sino también limpiar bloqueos y tensiones energéticas de nuestro cuerpo.

El tai chi es un arte marcial que utiliza la energía interna para vencer al adversario. Aplicado a la salud, la misma energía que utilizamos para atacar puede ser utilizada para sanar el propio cuerpo. Pero solo es posible tomar conciencia de la misma a través de la lentitud. La vida actual nos lleva a hacer todo rápido, vivir las experiencias a velocidad de la luz, sin siquiera percibirlas. Cuanto más rápido suceden las cosas mas difícil es sentirlas y comprenderlas. El tai chi nos propone lo contrario, sentir cada parte del cuerpo desde la lentitud del movimiento.

Para realizar un correcto ataque de tai chi chuan debemos hacerlo con la energía interna del cuerpo, no con la fuerza muscular. Por ello es común ver videos de maestros ancianos venciendo a jóvenes practicantes. Para poder efectuar un golpe solo con energía primero debemos tomar conciencia de la misma y también tener el cuerpo completamente relajado, ya que cualquier punto de tensión física bloqueará la circulación de dicha energía. No existe método basado en la velocidad para lograr conciencia y relajación.

Al tomar conciencia de las distintas partes del cuerpo notamos que hay tensión en todas estas. A través de la respiración abdominal podemos aprender a relajar el cuerpo aun estando de pie, como en la postura de “abrazo del árbol”. Al conectarnos con los pies, podemos sentir la tierra y la energía que absorbemos de ésta al realizar los movimientos de tai chi. La energía de la tierra ingresa por los pies y sube por los tobillos, siempre y cuando estos se encuentren relajados, luego por las piernas, rodillas, muslos, hasta la cadera y el dantien inferior.

Todo ese recorrido debe ser sentido de manera conciente para poder dirigir esa energía al dantien. Al principio solo lograremos sentir apenas los pies, de a poco logramos incorporar mayores sensaciones en las piernas y comprendemos que cuanto más lento, existen más posibilidades de sentir la energía. Cuando perdemos la concentración y ejecutamos el movimiento de manera más rápida, perdemos todas las sensaciones.

En el dantien la energía de la tierra se une con la propia, generando una potencia impresionante. A través del correcto giro de la cintura esta energía se eleva hacia el centro del pecho y luego se abre hacia los brazos. Toda la intención marcial del ataque es dada por la exactitud en la ejecución del giro y la alineación cadera – hombros. Sin esta alineación, en la que los hombros se encuentran en línea con las crestas ilíacas, se retuerce el diafragma y la columna, causando tensión y bloqueando la circulación energética. Solo practicando este giro de manera lenta una y otra vez es posible lograr la alineación cadera – hombros, de manera constante y perfecta. Si lo realizamos con velocidad, inicialmente, los hombros tienden a seguir girando. Es necesaria mucha conciencia en la postura para lograr este importante punto.

Luego están los brazos, responsables de llevar la energía desde los hombros a la palma de la mano. Encontramos 3 articulaciones en el brazo que si se encuentran en tensión, bloquearán la energía. La relajación del hombro, luego el codo y por último la muñeca son entonces clave para que ataque. Asimismo, el movimiento del brazo no debe ser independiente del cuerpo ni iniciar por si solo, sino que debe surgir desde los pies, la cintura y el pecho para moverse como un látigo, apenas tocando al adversario por menos de un segundo.

Una vez que hemos comprendido la circulación necesaria para generar un ataque, deberemos practicar infinitamente para lograr sentir la energía en cada uno de los puntos del recorrido y relajar el cuerpo en su totalidad para no interferir con la circulación. Para ellos es necesaria la focalización de la mente, tener la intención clara y concreta de lo que deseamos lograr, hacia donde queremos llevar la energía. La mente guía la energía y comprendiendo esto lograremos emitir por la mano la energía que hemos absorbido de la tierra.

La respiración colabora en este proceso. Nos permite profundizar las sensaciones, relajar el cuerpo y potencia la emisión de la energía ya que es necesario coordinar el ataque con la exhalación.

Para lograr un ataque efectivo es necesario, por último, sumar el factor sorpresa. Obviamente si ejecutamos el movimiento lento ante el adversario, a pesar de lograr emitir la energía, el oponente anticipará nuestra intención. Por ello es necesario ejecutar el movimiento a velocidad máxima, para no dejar que el adversario prevea nuestra intención. La velocidad también permite aumentar la potencia de la energía y por ende el efecto final del golpe.

La relajación del cuerpo, la conciencia en la energía, la focalización de la mente (intención), la respiración y la velocidad son entonces los componentes de un correcto ataque del tai chi, logrado solamente a través de la exactitud de la práctica lenta y conciente de cada parte del movimiento. De esta manera, al atacar con la energía interna el golpe entra en el cuerpo del adversario interfiriendo con su propia energía y venciéndolo definitivamente.

Estos mismos factores, restando la velocidad, son los que nos permiten llevar energía a cualquier parte del cuerpo cuando es necesario. Potenciar la circulación energética a través de la respiración, la relajación, la conciencia y la intención, nos permite limpiar los meridianos de los bloqueos y tensiones existentes a través de la conexión con la tierra.

Cualquier practicante de tai chi, que practique teniendo en cuenta incorporar estos factores, no solo sanará su cuerpo, sino también con los años, tendrá la capacidad de atacar con la potencia de su energía. Lo que sucede es que la mayoría no somos concientes de esto! Lo que si sabemos que solo podemos lograrlo a través de la lentitud y perseverancia.


Tai Chi del Parque – Instructora Marcela Thesz – Córdoba, Argentina.