Muchas veces sentimos que el concepto de ceder compite con nuestra necesidad de mantener nuestro lugar y entonces entra la duda de si el enraizamiento debe prevalecer sobre el ceder o al revés. Esta naturaleza humana de la tozudez del ego siempre nos engaña diciendo que es mejor mantener el lugar que cederlo. Ese instinto de sobrevivencia y de territorio marcado…
Para quienes vienen siguiendo el blog, saben de lo que hablo. Para quienes no, les recomiendo que lean las notas anteriores: “Algunos conceptos sobre enraizamiento” y “El rinoceronte no encontrará donde clavar su cuerno”.
Si enraizamiento es la “capacidad de estar aquí y ahora, a través de la postura física y de la focalización de la energía (intención)” y ceder es la “capacidad de estar relajado en toda situación y desviar la energía del adversario dejándola pasar”, ¿compiten realmente estos dos conceptos?
Nuestro pensamiento occidental nos dice que ceder el propio lugar es perder lugar. ¿Pero qué lugar es ese que tanto uno defiende? ¿Es de verdad un lugar propio? Muchas veces se gasta energía en defender un lugar sin pensar o sentir si es donde efectivamente debemos estar. Lo podemos ver de otra manera: ceder un espacio es tener la posibilidad de conocer uno nuevo.
De todos modos, esta confusión parte de considerar al enraizamiento como algo externo, que depende del lugar físico donde no se encuentra. Esto no es así. Gran parte del enraizamiento tiene que ver con focalizar la intención de la mente para concentrar la energía en el dantien inferior. Es esto lo que nos da seguridad, confianza en uno mismo, poder. Lo físico ayuda, pero no es lo principal.
La seguridad y confianza en uno mismo parten de la intención de poner la energía en el lugar correcto en el momento justo. Tener la certeza interna de que uno “puede”, sin importar lo externo. Es esa certeza la que permite luego, ceder constantemente. Cuando se responde a una agresión con seguridad, dejando pasar, ¿es realmente perder el lugar? ¿O internamente seguimos en el mismo lugar? Cuando uno responde a una agresión o ataque desde la furia, la venganza o la desidia, ¿en qué lugar quedamos?
El enraizamiento permite encontrar el propio eje, el centro interno, “el lugar” y posibilita estar aquí y ahora en cualquier lugar físico donde toque estar. Ceder permite dejar pasar a las agresiones desde ese centro, defendiendo el mismo sin dejarse influenciar por lo externo.
Y bueno, todo esto tiene que ver con el desapego. Ceder y hacer prevalecer el centro propio sobre todo lo demás responden a soltar lo material (el lugar físico), lo emocional (las emociones que surgen ante una agresión) y lo mental (el ego y la necesidad de defensa inconsciente). Es necesario comprender que vamos a estar donde debamos estar. Limitarnos por fuera de eso, nos impide ver oportunidades.
Tai Chi del Parque – Córdoba, Argentina – Instructora Marcela Thesz