Durante el mes de enero estaré de vacaciones. Publicaré artículos nuevos los primeros días de febrero.
Para concluir este año, comparto con ustedes un cuento de Lie Tse llamado “Las cosas no son tan permanentes como creemos” que me parece apropiado para esta época del año en la que muchas veces se pierde lo espiritual en pos del materialismo actual.
Las cosas que sucedieron en tiempos remotos ahora se han olvidado. Las cosas que sucedieron hace diez mil años son más leyendas que hechos. Los acontecimientos que ocurrieron hace cinco mil años constituyen un sueño más que una realidad. Aún podemos retener unos pocos recuerdos sobre lo que sucedió hace mil años, pero la mayoría de los acontecimientos se han olvidado. De hecho, es un gran logro recordar cosas que sucedieron hace cien años. Incluso los testigos oculares tiene dificultad de recordar lo que vieron hace 50 años.
Han sucedido muchas cosas entre la antigüedad y la época actual. Los sabios y los tiranos han aparecido y desaparecido. Personas inteligentes, locas, crueles, buenas y malas han hecho breves apariciones en la historia y después han desaparecido. No sabemos quienes fueron o lo que hicieron, salvo la posición y rango que ocuparon en la sociedad. La vida es corta. ¿Por qué dañarte en pos de cosas como el nombre o la reputación cuando sabes que en 50 años no serás diferente de nadie? ¿Por qué sacrificar tu felicidad y paz mental para perseguir algo tan efímero y transitorio?
De todas las criaturas, se dice que los seres humanos son los más inteligentes. Sin embargo, somos acosados por la felicidad, la cólera, la tristeza y el miedo. No tenemos colmillos afilados ni garras para cazar presas. No poseemos pieles ni plumas para conservarnos calientes. Somos incapaces de correr velozmente para escapar de los predadores y nuestra piel no es lo suficientemente gruesa para protegernos si somos atacados. Debemos basarnos en otras fuentes para proporcionarnos refugio, ropa, alimentos y armas. Nuestra inteligencia no nos hace privilegiados. Cada especie está dotada con una habilidad singular. Nosotros tenemos inteligencia, los pájaros tiene plumas y los peces agallas. Es adecuado servirse de la inteligencia para satisfacer nuestras necesidades básicas y nuestro confort; servirse de ella para dañar a los demás es ir contra el orden natural de las cosas. Y la inteligencia es transitoria. Al igual que la piel, los huesos, y la carne, desaparecen cuando morimos.
Corto es nuestro tiempo en la Tierra. No poseemos nuestra vida. Venimos a la existencia cuando se relacionan las energías yin y yang y desaparecemos cuando éstas se separan. Así pues, si queremos permanecer vivos en este mundo, debemos dejar que la vida siga su curso. No debemos apegarnos a ella, no debemos desecharla. Debemos utilizar lo mejor que podamos nuestro tiempo ahora. Si este cuerpo de carne y sangre es impermanente, ¿cuánto más lo son las cosas intangibles como el nombre, el título y la reputación?
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Del libro “Lie Tse, una guía taoísta para el arte de vivir” (Ed. Luz de Oriente – ISBN 8441402183.
FELICIDADES!
Marcela
El Valor de Dar (25/12/2007)
Mi deseo de Año Nuevo: No Desear (1/1/2008)
Del libro “Lie Tse, una guía taoísta para el arte de vivir” (Ed. Luz de Oriente – ISBN 8441402183.
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Marcela
El Valor de Dar (25/12/2007)
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Tai Chi del Parque – Córdoba, Argentina – Instructora Marcela Thesz