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7.5.13

El cuerpo siempre tiene la razón

En el artículo anterior hablaba de hacernos consistentes, tomar completa presencia en el cuerpo para poder realmente SER.

Muchas veces, pero muchas veces la mente se adueña de nosotros. Creemos que lo que dicta la mente es lo real. Estamos tan identificados con nuestros pensamientos e ideas que creemos que en nuestra cabeza está la vida y que lo que estamos viviendo no es real. Si, definitivamente muchas veces alcanzamos esos niveles de confusión.

La mente funciona a toda velocidad. Las conexiones neuronales que generan los pensamientos suceden en milésimas de segundos. Toda una cadena de pensamientos surge en nuestra mente y crea una completa realidad paralela en menos de un minuto. Pretendemos que nuestro cuerpo siga a la mente, que lo tangible se convierta en intangible y se mueva a la velocidad de la luz. Sabes, eso es imposible!

El cuerpo es mas denso, mas tangible y mucho mas consistente que cualquier pensamiento que podamos tener. Al cuerpo lo podemos tocar, oler, saborear, oír (cuando la panza hace ruido!) y ver. A los pensamientos solo los podemos pensar. Los procesos energéticos de equilibrio y desequilibrio suceden en el cuerpo, las emociones se sienten en el cuerpo y lo alteran químicamente, incluso los pensamientos terminan reflejados en el cuerpo, enfermándonos o movilizándonos de alguna manera.

Y el cuerpo tiene su velocidad, que muchas veces es terriblemente mas lenta que la mente. Es como la carrera de la tortuga y la liebre: cuerpo vs. pensamientos. Y como en esa fabula, también en este caso gana la tortuga, es decir el cuerpo.


Los ritmos del cuerpo son los que debemos seguir y dejar de lado la idea de que la mente maneja las cosas, cuando en realidad es por el cuerpo por donde pasa nuestra vida. Lo mas consistente, lo mas sólido siempre gana y así el cuerpo tiene siempre la razón ante los pensamientos. Por supuesto, no nos gustan esto ritmos mas lentos, porque la mente nos demandará siempre velocidad, resolución. Tenemos una incapacidad de vivir en la incertidumbre muy grande y darle la razón al cuerpo es tomar un camino incierto, porque durante un periodo de tiempo no sabremos que va a suceder.

Debemos aprender a confiar en nuestro cuerpo, a habitarlo, a ayudarlo y agradecerle la posibilidad que nos da de transitar esta vida a través de él. El cuerpo nos enseña, nos marca el camino y sabe absolutamente y con certeza lo que debemos hacer, así que solo tenemos que seguirlo, a su ritmo.