Mientras hago mi práctica de tai chi o de meditación, los pensamientos aparecen en mi mente como en cualquier otro momento. Aunque la práctica hace que el flujo de pensamientos sea menor, lo mismo me desconcentro y pierdo la atención en el momento presente de manera constante.
Contando mi respiración (de uno a diez, cada exhalación un número) me doy cuenta que hay pensamientos que son como flashes, porque duran menos que mi inhalación y a la vez contienen una idea que comprendo completamente. Me pregunto en ese punto si perdí la cuenta, pero no. El pensamiento flash parece entre un número y otro, entre una exhalación y la inhalación, entre tomar la esfera y cepillar la rodilla.
En ese flash perdí mi atención al momento presente. De repente no sé qué pasó en ese pequeño momento. Me moví correctamente? Conté el número correcto?
Tengo dos opciones: seguir con ese pensamiento y que éste deje de ser un flash para ser una construcción mental o soltar el flash y volver a mi respiración o a mi forma de tai chi. La mayoría de las veces, no somos conscientes de esa capacidad de decisión y dejamos que el flash se convierta un completo resplandor que nos encandila y nos saca del momento presente.
El flash, son neuronas que se conectan repentinamente por la energía electromagnética que llega al cerebro. El mismo Chi (energía) que movemos con el tai chi también activa las neuronas y de esta conexión surgen flashes o pensamientos. Es que, como dice el budismo, la naturaleza de la mente es pensar y la mente hace eso constantemente.
Los científicos no saben porque son unas neuronas y no otras las que se activan y conectan. El cerebro sigue siendo en gran parte un misterio para la humanidad.
Mientras no podamos dirigir finamente nuestra energía para que no se activen neuronas que nos envíen flashes de pensamientos fuera del momento presente, lo único que podemos hacer es estar atentos a la aparición del flash y tomar la decisión correcta: dejarlos pasar y volver a la concentración.
“Recuerda que un pensamiento no es mas que el producto del encuentro fugaz de numerosos factores y circunstancias. No existe por si mismo. Así pues, cuando aparezca un pensamiento, reconoce su naturaleza de vacuidad. Inmediatamente pederá el poder de suscitar el pensamiento siguiente y la cadena de ilusión acabará. Reconoce esa vacuidad en los pensamientos y deja que estos últimos reposen un momento en la mente relajada para que la claridad natural de la mente permanezca límpida e inalterada.”
Khyentsé Rimpoché en el libro “En defensa de la felicidad” de Matthieu Ricard.