La realidad que percibimos no es la que en realidad es. No me gusta la mayonesa pero podríamos decir que la realidad que percibimos es la que es, más el aderezo de los pensamientos…
¿Cuáles son las variables que nos llevan a pensar que “está todo bien” o que “está todo mal”?
Pensamientos sutiles, que muchas veces pasan desapercibidos pero que tienen la fortaleza de derrumbar o construir realidades, mundos enteros.
Una agresión en la calle o una sonrisa desinteresada. El embotellamiento o el tráfico fluido. El colectivo que no frena en tu parada o con suerte venía con asientos libres. Los resultados de los análisis médicos, el aumento de sueldo, la falta de combustible... Y el pensamiento de que cada una de esas situaciones, tal cual son, tienen relación con nuestro ego mismo: cada cosa que sucede esta hecha para y por mi.
Entonces, una situación que desencadena un pensamiento desafortunado derrumba el mundo en que vives. Ese tuyo solo, el que creas con tu propia percepción. Minutos más tarde, una nueva situación te lleva a un pensamiento optimista que construye un mundo nuevo… la dualidad constante, la ciclotimia, una especie de psicosis.
Cuando logramos observar los mundos que construyen nuestros pensamientos, hasta causa risa observar en que tan poco tiempo pasa de bueno a malo y de malo a bueno. Arquitectos de nuestra propia realidad, ejercemos el oficio 24x7 en vez de dejar todo tal cual es.
¿Puedes darte cuenta cuáles son lo pensamientos que derrumban tu mundo? ¿Puedes observar luego cuales son los que lo construyen hasta que brille?
Esa es la clave. Observar la propia mente.
Derrumbándose o construyéndose?
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