Tai Chi del Parque – Clase Teórica Junio 2011
ECUANIMIDAD es poder ver las cosas tal cual son, sin agregar aditivos: rechazos o pensamientos negativos a lo que no deseamos; apegos y pensamientos positivos a lo que si deseamos tener.
La ecuanimidad surge a través de la comprensión…
» Todo lo que existe, existe porque tiene un opuesto, igual de importante, igual de presente. Este opuesto lo complementa por lo tanto uno no puede existir sin el otro y si uno desaparece, el otro también.
» Ambas polaridades intercambian energía entre sí. Se consumen, se generan mutuamente en equilibrio dinámico (en movimiento). Mas de uno implica menos del otro y viceversa.
» El proceso de cambio se da constantemente. Si el cambio no sucede surge el estancamiento, la muerte de uno y por ende del otro.
» El momento de equilibrio perfecto (igual de uno que de otro) es efímero, es impermanente como cada momento del proceso de cambio, y aun así continuo: siempre, mientras haya movimiento, en algún momento vuelve a haber equilibrio perfecto y luego ya no.
» El apego detiene el proceso de cambio. La resistencia al cambio enlentece el proceso. Lento o quieto, la energía se estanca.
» El tiempo y el desapego aseguran la impermanencia, el cambio. Todo a su debido tiempo cambiará.
Al comprender esto, la ecuanimidad surge al aceptar lo inevitable como lo que es, de manera natural y ello no representa “el fin del mundo” o “la panacea total”, sino que internamente seguimos en equilibrio.
¿Para qué sumar energía o pensamientos o restar en forma de rechazo, si eso cambiará? Pero ecuanimidad no es no-emoción, no es des-interés. No porque sea impermanente no es importante.
Del blog "La filosofía del Pequeño Saltamonte"
Ecuanimidad es accionar sin dejarse dominar por los pensamientos o por las emociones: no juzgar la situación, no juzgar la propia reacción ante la situación, dejar pasar y simplemente hacer, en el momento presente.
El equilibrio emocional es la base de la ecuanimidad. Requiere la observación constante y la disciplina de la mente hasta lograr regular las reacciones instantáneas. Para ello hay que practicar durante el día a día, en las actividades cotidianas, no solo en la clase.
Para actuar ecuánimemente es necesario poner una pausa entre la percepción y la reacción y en ella observar la mente y el cuerpo, utilizar la disciplina para descartar lo reactivo y renunciar voluntariamente a los extremos. En el silencio que surge entre percepción y reacción: aceptar y soltar. Elegir conscientemente no utilizar el pensamiento, la emoción o la reacción, para bien o mal. De esa consciencia surgen las acciones ecuánimes (sean palabras, actos, etc.), acciones que no tienen un fin, que surgen más allá del logro.
La ecuanimidad brinda confianza y certeza real, porque uno siente el camino - (el control no es certeza, es apego!). Nos permite actuar de manera impecable en el momento que debe ser, así no hay forma de equivocarse, así no hay errores.