Aquel que posee una mente tranquila, que no emite juicios y que no se ve afectado por las posturas de los otros es considerado un “recipiente de conocimientos”. De las cualidades necesarias para ser un recipiente de conocimientos, la más importante es no emitir juicios, ya que es imposible comprender la realidad mientras los prejuicios afecten la mente.
El prejuicio es el resultado del apego a la propia visión subjetiva de las cosas y la aversión a cualquier idea que no encaje dentro del perímetro de la misma. Aquellos que se aproximan al conocimiento con ideas preconcebidas fallarán en percibir la realidad tal cual es, aun cuando ésta se manifieste ante sus ojos de manera evidente. Para compensar lo que se percibe como una amenaza al propio orgullo y para no aceptar la falta de comprensión, las personas generalmente descartan el verdadero significado, exagerando sus aversiones y apegándose aun más a puntos de vista falsos, como si estos fueran reales.
Además de lograr una mente que no emita juicios, un verdadero recipiente de conocimientos posee un intelecto claro y una actitud consciente que le permite diferenciar entre lo que vale la pena y lo que no, antes de implementar sus aprendizajes dentro de la práctica. Más aun, es importante acercarse al maestro y al conocimiento con reverencia, humildad y gratitud.
Reverencia, la primera de estas cualidades, es más amplia que ser simplemente respetuoso. La presencia de esta cualidad en la propia mente potencia la atención y tranquilidad, permitiendo recibir el conocimiento enteramente, sin ningún agregado personal o con partes ausentes que se dan por la falta de atención.
Humildad, la segunda cualidad, corresponde a no-saber: cuando uno se acerca a lo absoluto sin ideas preconcebidas o expectativas, es la posición más ideal para recibir completamente el conocimiento. Ser humilde implica hacer espacio en la propia mente para así adquirir la capacidad de recibir.
Gratitud, la tercera cualidad, es el modo de apreciación que expresamos cuando algo que consideramos valioso nos es dado. La gratitud se refiere a cuan agradecidos estamos de tener eso. Inconscientemente, tomamos nota de que debemos preservar ese regalo y no perderlo. De la misma manera, cuando nos referimos al conocimiento que recibimos, percibimos al mismo como un regalo y tenemos cuidado de no perderlo. De esa manera retenemos lo aprendido.
Aquellos que posean las cualidades de un recipiente de conocimientos no tendrán dificultades para reconocer la suerte y los beneficios de estar frente a un verdadero maestro en el cual buscar una guía. Desarrollarán una comprensión clara y sistemática de las enseñanzas, sin miedo, sin obstáculos y sin imperfecciones. Pero, mientras la transmisión de las enseñanzas puede ser autentica, si los alumnos carecen de las cualidades necesarias, estos no reconocerán sus propias deficiencias y confundirán esas deficiencias con lo real y creerán lo real es la deficiencia. Como consecuencia, el desarrollo de su potencial se verá truncado.
Foto: “Apariencia/Vacío” - Escultura de bronce por la artista Sukhi Barber.