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19.2.14

Vuelta a lo básico: yin y yang

Todo está cambiando. Constantemente.
Lo quieto se muere, lo no-quieto es vida.

Hace años aprendí la punta de esta gran verdad y he tenido la oportunidad de apreciar el cambio en primera fila de mi propia vida muchas veces. Con los años de práctica y estudio he refinado mi conocimiento teórico y empírico sobre la idea del cambio.

El tai chi chuan es el arte del cambio. En la secuencia de la Forma el yin y el yang se suceden mutuamente en armonía. El tai chi es a la vez, movimiento y es quietud.

“No se puede vivir en constante yang” es una de mis frases mas repetidas en las clases. Si no tomamos la esfera y concentramos la energía no podemos expandirla posteriormente. Si expandimos constantemente, nos agotamos y morimos.

El tai chi me enseñó a ver mis momentos yin y yang y aprendí con la práctica a intercalarlos bastante armónicamente (no siempre sale tan bien!). Del reposo al movimiento y luego vuelta al reposo: si no descanso no puedo continuar, si siempre reposo, no hago nada!

El zen habla de la impermanencia. Lo único permanente es la impermanencia, que significa que nada queda igual nunca, todo cambia. Por supuesto, el budismo atravesó China en la época taoísta y ambas filosofías de influenciaron mutuamente.

Pararme en la impermanencia me consuela: nada es tan malo por siempre. Este clima espantoso va a cambiar, esta emoción que me abruma se va ir, otras cosas, otros estados van a aparecer sin que yo tenga que hacer nada. La impermanencia me relaja. Nada hay que hacer para que el cambio suceda, solo fluir, no resistirse a lo que tal cual es.

Resistencia es querer quedarse en un estado, en una polaridad (o desesperadamente no querer la otra). El depresivo quiere seguir depresivo y el exaltado quiere seguir exaltado. La armonía es un estado que da como aprensión, a veces le huimos, extrañamente. Es mas fácil quedarse en el extremo que hacer el trabajo constante de retornar al medio.

La impermanencia también me enseñó que tampoco lo bueno es eterno y que la única forma de apreciar todo lo que sucede es viviéndolo con atención plena. El momento presente es el que verdaderamente importa.

Hay que reconciliarse con todo: con la polaridad yin, con la polaridad yang y con el equilibrio, ya que por todos esos lugares pasamos habitual y constantemente. No ir en contra vale la pena: si está todo yin, fluir con eso, y si está todo yang también! Así, sufrimos menos.

Todo va a cambiar sin que hagamos nada, simplemente estando presentes en el momento presente hacemos la diferencia.