Vivimos en un mundo acelerado que nos impone cada vez más
velocidad. Estamos a la defensiva, estresados, alterados y muchas veces no
sabemos cómo salir de ese estado. Si la intención es encontrar un camino que
permita comenzar una búsqueda hacia otra forma de vivir, la luz que ilumina
este camino es la meditación.
La meditación es una técnica milenaria muy simple que nos
permite salirnos del estado de alerta para conectarnos con nuestro ser interno
y de esa forma comenzar a llevar nuestra vida hacia una forma mas placentera de
existir. Si no hay tiempo para hacer un curso, asistir a clases o dinero para
pagar un instructor, la meditación es la técnica indicada. Solo es necesaria
iniciativa y perseverancia y con estos dos ingredientes los resultados se verán
a corto plazo.
La técnica básica para meditar es encontrar un lugar
tranquilo, no hace falta que sea totalmente silencioso sino mas bien que estemos
seguros que en ese lugar no nos van a interrumpir. Sentados en una silla, con
los pies tocándole suelo y la espalda recta es la postura más simple para
iniciarse en la práctica. Más adelante se podrá probar sentado en el piso.
A partir de allí lo único necesario es sentir la
respiración. El aire que ingresa a los pulmones y luego sale del cuerpo. Para
que la respiración sea cada vez más lenta y profunda es importante relajar el
pecho y el diafragma expandiendo el abdomen al tomar aire y comprimiéndolo al
exhalar. Esta forma de respirar activa los circuitos de relajación naturales
del cuerpo humano.
Aparecerán pensamientos en la mente que debemos simplemente
ignorar y dejar pasar. Cuando nos damos cuenta que nos enganchamos con un
pensamiento simplemente volvemos a sentir la respiración y retomamos el
procesos de relajación, sin culpas ni auto-reproches.
A medida que los minutos pasan tanto el cuerpo como la mente
se van calmando, cada vez hay menos pensamientos, la respiración se profundiza
y sentimos tranquilidad y calma. Lo ideal es meditar unos 20 minutos al día,
pero esto puede resultar tedioso al principio. Es posible también dividir esta
práctica en dos, una meditación a la mañana y otra a la tarde o en momentos
claves de la rutina diaria donde cada uno sabe que es necesario un freno. De
esta manera es posible comenzar meditando por ejemplo 5 minutos de mañana y
otros 5 a la tarde y progresivamente aumentar hasta llegar a 10 minutos cada
vez. Para no estar pendientes del tiempo es útil poner una alarma y simplemente
dejarse fluir hasta que ésta suene indicando que ya se cumplió el tiempo.
La meditación aporta muchos beneficios para la salud física,
mental y emocional: regula la presión sanguínea, mejora la digestión, fortalece
el sistema inmunológico, regula el metabolismo, mejora la concentración y la
memoria, mejora la productividad, permite lidiar mejor con las emociones,
desarrolla empatía y compasión, auto-aceptación, mayor autoestima, etc.
La clave para lograr estos beneficios se encuentra en la
continuidad. Si tenemos la iniciativa de comenzar a meditar y la perseverancia
para realizarlo a diario a largo plazo, simplemente esto nos permitirá vivir
cada día mejor.