Hay una diferencia entre tomar una práctica con compromiso o tomarla como un pasatiempo.
Un pasatiempo es aquello que haces cuando tienes tiempo libre y buscas entretenerte, desconectarte, incluso evadirte. Si vienes a la práctica como si fuera un pasatiempo, te dará solo eso: entretenimiento y desconexión por unos momentos. Nada cambiará luego de la clase.
Si practicas con compromiso, con continuidad y perseverancia, cualquiera sea la disciplina que hagas: meditación, taichi, yoga, danza, caminar… la práctica te dará mucho mas que un momento pasajero de placer.
Para que la práctica sea comprometida debe estar bastante arriba en tu lista de prioridades. Debe ser lo que eliges y no lo que dejas para cuando se pueda.
Muchas de las elecciones que realizamos en nuestro día a día tienen fundamentos relacionados al dinero, al tiempo y a la continua búsqueda de placer, evitando todo lo que involucre un riesgo de sufrimiento o cambio. En ese sentido, cualquier práctica que te implique un compromiso de dinero, tiempo y te lleve al “riesgo” de cambiar, inconscientemente pasará a los últimos puestos de tu lista de prioridades.
Salir de la zona de confort
¿Por qué quisiéramos abandonar la comodidad en la que estamos?
Porque no es real. Es incompleta y de naturaleza impermanente como todas las cosas.
La práctica comprometida no cambiará nada en ti que no desees activamente cambiar. Sí te mostrará un montón de cosas que están allí pero que no ves: los dolores en tu cuerpo, la rigidez, tu falta de equilibrio, la inquietud de tu mente, tu incapacidad de estar quieto, la falta de coordinación. Algunos de esos factores los verás reflejados en tu vida cotidiana y será doloroso descubrirte de una manera que no sabías que eras.
Entonces la práctica no es cómoda, para nada. Pero es real. Te hace real.
El grupo sostiene al grupo
Cuando te comprometes con tu práctica, no solo asistes a clase, sino que también colaboras energéticamente con el grupo. Al estar presente a través de tu compromiso interno, eres parte de algo mayor: esa energía grupal que todos notamos en la clase y de la que disfrutamos cuando es armónica.
Aquellos prácticamente con mas experiencia aportan, a través de compromiso, una energía que permite a los mas nuevos tomar los conocimientos mas fácilmente. Los practicantes menos experimentados aportan la posibilidad de reiniciar continuamente, cada vez viendo nuevas perspectivas y capas de la experiencia de la práctica.
La presencia de todos tiene valor.
Querer estar
Presencia versus sensación de huida. Queremos huir de lo que es amenazante. La mente percibe como amenaza a todo aquello que le implique cambio, dolor, novedad, movimiento. Ciertamente en estos momentos de nuestra cotidianeidad hay mucho cambio y movimiento presente.
Entonces no queremos estar. Queremos salir, irnos. Sea donde sea que estamos, el deseo es estar en otro lado. Pero cuando conectamos con la sensación de incomodidad real, comprendemos que es interna y que no depende del espacio físico, del lugar o del momento.
La sensación de incomodidad que nos hace huir es la resistencia al cambio, es la incapacidad de abrirnos a la totalidad del momento presente, abrazando lo que sea que hay aquí y ahora. Y para ello, hay que querer estar en uno mismo. Es el primer paso para hacerse real.