Entre quietud y movimiento hay la chispa divina, un concepto
que utilizaron los chinos, y muchas otras filosofías, para referirse al momento
de creación inicial del universo, de todas las cosas y de cada momento de
nuestras vidas.
Si has practicado tai chi comprendes que en un momento nos
encontramos en quietud, conectando con lo ilimitado (wuchi) y luego pasamos al
movimiento, a la dualidad (taichi). Qué es lo que genera ese cambio? La chispa
divina.
Sucede en la práctica y también en la vida. Siempre digo en
las clases que al seguir al instructor nunca experimentamos la chispa divina propia
y por ello es importante la práctica en solitario: para poder sentir la chispa
divina en el interior y, a partir de ésta, iniciar el movimiento.
En lo cotidiano, ¿cuántas veces pasamos de quietud a
movimiento?, ¿cuántas veces lo hacemos desde la mente o la demanda externa y no
desde la chispa divina?
La chispa divina es el maestro interno, el propio guía.
Conectarnos con ella nos ayuda a saber qué hacer, para dónde ir, sintiendo lo
que hay en nuestro interior, respetando los momentos y las velocidades propias.
¿Cómo conectamos? Desde nuestro corazón, desde la infinitud
de todo lo que existe, allí está la energía primigenia… y esperamos a que
llegue esa chispa, ese momento, ese impulso. Sin pensar…
Cuando nos movemos a partir de una chispa divina, es un
movimiento que fluye con la totalidad de universo, con la creación.
A chisporrotear!!