BUSCAR EN TAI CHI DEL PARQUE

26.8.14

Práctica Madura

Hace unos días regresé de un retiro zen en el que sentí que mi práctica ha madurado. Me pregunto qué significa eso de la práctica madura…

En los inicios de una práctica, los primeros años, tenemos una discusión interna muy infantil: lo quiero – no lo quiero. Queremos estar haciendo la práctica pero a la vez la negamos, decimos que no, esto no es del todo para mi, y tal vez aun así continuamos practicando, con ese jugueteo que nos retiene del total compromiso.

Es como estar al borde del río y meter solo los pies por unos momentos y luego salir, y repetir esto infinitas veces: entro, salgo, entro, salgo…

Si la práctica continúa comenzamos a ver resultados, entonces nos entusiasmamos, tenemos ganas de practicar porque pasan cosas buenas, interesantes, positivas. Surge un compromiso interesado por la práctica.

Estamos en el río mientras el agua sea cálida y la corriente tranquila.

Pero inevitablemente la corriente de la práctica traerá tempestades. Toda práctica verdadera nos lleva hacia la propia sombra. Si la práctica no nos lleva hacia el lado oscuro de la propia vida, dudemos! Algo no está funcionando. Toda práctica moviliza y nos pide cambios, nos muestra lo que no queremos ver, nos lleva conocernos en profundidad.

Probablemente en este punto salgamos corriendo del río como si nos amenazara un tsunami. El compromiso se agota cuando sostenernos allí comienza a ser un trabajo mas arduo.

Muchas personas abandonan su práctica en este punto, si es que no tienen un buen guía o maestro que los ayude en estos momentos clave. Si tenemos la suerte de lograr ver mas allá de la tormenta, continuamos allí.

La práctica en medio de la tormenta es muy dura. En primer lugar porque la tormenta es propia y, en segundo lugar, porque en un punto comprendemos que no hay forma de escapar de ella. Podemos ignorarla por un tiempo, pasarle por el costado, pero la propia tormenta allí se quedará hasta que nos ocupemos de ella.

Parados en medio del río debemos observar cada gota que cae, cada viento que arremolina, cada nubarrón que cubre el cielo, a veces con pasmoso dolor. Pensamientos, emociones, patrones, vicios, apegos… cada elemento de la tormenta es propio y debemos poder verlo a los ojos para así trascenderlo. De a poco nos damos cuenta que la tormenta no es tan grande como parece.

Cuando la primera tormenta pasa y uno ahí está, aun en la práctica, es la primera victoria. Se siente maravilloso haberse conquistado! Pronto llegarán otras tormentas, de distintas intensidades y duraciones. Cada una es un desafío. El desafío es quedarse.

Entonces dejamos de quejarnos, de condicionar la práctica a los resultados positivos. Nos quedamos, independientemente de lo que suceda.

Y empieza a suceder nada. La práctica se achata, como el agua que sin viento, sin impulso, no fluye. Es desesperante mantenerse en la quietud, esperando una tormenta o una revelación, algo que movilice este aburrimiento exasperante!

En el río quieto nos aburrimos completamente y comenzamos nuevamente a querer no estar ahí. Quisiéramos estar donde está la acción. Al fin y al cabo somos conquistadores! Hemos aceptado desafíos y recibido revelaciones. Donde está la próxima tormenta?

El desafío es ahora pasar por el desierto exasperante de la práctica amesetada, a veces con la sensación de caminar sin fin hacia ningún lado, y así todo continuando. La fe en la práctica, el compromiso antes construido, aquí entran en juego. Practicas con tu expectativa, practicas con tu desesperación ante lo que no sucede, practicas con tu búsqueda y te empiezas a rendir. La realidad siempre le gana a la mente y en algún punto, te rindes y dejas, porque no hay nada! Sueltas, abandonas, te entregas, te hundes…

Cuando ya no buscas, verdaderamente estás practicando. Cuando ya no esperas, te empiezas a quedar en el momento presente. Cuando dejas la expectación al resultado y te entregas completamente a la práctica, te sorprendes de lo que hay en ti y todo es la práctica.

Esa es la práctica madura. Apenas saliendo de la adolescencia pues aun le falta crecer mucho mas. Pero suficiente: ya no te quejas, ya no esperas, no condicionas, no te anticipas, no manipulas.

Simplemente practicas. Caminas con el agua.