Salgo a caminar periódicamente
como parte de mi práctica básica. Caminar es una actividad meditativa cuando
uno va atento, estando presente en sus propios pasos, en su ritmo respiratorio
y en la postura corporal que va variando en función del terreno.
Al caminar, como
en cualquier otra actividad deportiva, el silencio es importante. Cuando me
cruzo con personas que mientras caminan charlan entre sí me encantaría frenar y
explicarles la importancia de mantenerse en silencio al hacer ejercicio físico.
Como no corresponde entrometerse sin haber sido llamado, me limito a explicar
aquí los motivos del necesario silencio.
Hablar es una acción
intencional que genera gasto de energía vital (chi). Al hablar, un punto clave de
la red de meridianos queda abierto y soltamos energía constantemente por el
mismo para poder emitir el sonido. Se llama puente de urracas y se encuentra en la boca. Durante la
práctica de tai chi, chi kung y meditación apoyamos la punta de la lengua en el
borde del paladar superior, justo encima de los dientes, formando el “puente” y
se esa manera reciclamos constantemente la energía.
Ese es el motivo
por el cual, luego de un largo día de “chachara” estamos agotados. Las personas
que enseñan, dan conferencias, disertaciones, etc., se cansan por hablar como
si hubieran hecho mucho ejercicio.
Pero además del
sistema energético, hay que considerar el sistema respiratorio. Hablar y
respirar correctamente no van de la mano. Cuando hablamos, respiramos en función
de las necesidades del habla, prolongamos la exhalación si no hemos finalizado
de decir una frase e inspiramos de golpe para poder seguir hablando. El silencio
nos permite regular la respiración siguiendo la pauta de llegar al equilibrio
de las fases respiratorias: que inspiración y exhalación tengan la misma duración,
que no retengamos el aire y que podamos relajar los músculos que intervienen en
la mecánica respiratoria.
Al hacer ejercicio
físico, el ritmo respiratorio varía de acuerdo al movimiento. Si además de
movimiento le sumamos el habla, estaremos sobre-exigiendo a nuestro cuerpo
pidiéndole que respire de dos maneras diferentes al mismo tiempo, una para
hablar, otra para moverse.
Y lo mas
importante para quienes realizan actividad física para perder peso: hablar implica
quemar menos grasa corporal. Químicamente es necesaria la interacción del oxígeno
con la grasa para que éstas sean quemadas y convertidas por el cuerpo en energía
que usaremos para el ejercicio. Si la respiración es deficiente, por ejemplo,
por hablar, se incorporará menos cantidad de oxigeno al cuerpo y entonces se
quemarán menos grasas.
Explicado esto
quiero decir que, para bajar de peso, mas vale 20 minutos meditando en silencio
con atención a la correcta respiración, que 1 hora de ejercicio charlando con
una amiga.
Las prácticas de respiración
que se realizan en el tai chi, el chi kung y el yoga se pueden trasladar y
adaptar al ejercicio aeróbico. La meditación con foco en la respiración, como
la zen, se puede realizar con cualquier actividad, a eso le llamamos meditación
caminando. Podemos correr meditando, hacer abdominales meditando, mientras
mantengamos el silencio y la observación sobre la pauta respiratoria que el
movimiento sugiere.
La respiración
correcta es la base de la salud. Y aunque creamos que nuestras ideas tienen un
gran valor y deben ser expresadas, a veces lo correcto es cerrar la boca y
mantener el silencio… hacer una sola cosa a la vez: o caminar o hablar.