Cada cosa que
hacemos es una emisión de energía electromagnética que hacemos hacia el
universo, el entorno. Lo que decimos en voz alta, las intenciones que
generamos, las acciones que llevamos a cabo, todo eso son ondas que viajan
desde nuestro ser hacia otros espacios.
Tanto es lo que
hacemos que nunca logramos percibir el eco de estas ondas, la respuesta del universo
a nuestras acciones.
Si la práctica
nos ha llevado a estar atentos al momento presente y por ende a ser conscientes
de lo que decimos, pensamos, sentimos y hacemos, podemos comprender entonces que
luego de hacer hay que dejar de hacer. Yang es acción, yin es quietud. Para mantenernos
en equilibrio debemos esperar la que vuelva lo que hemos arrojado. Y la espera
implica quietud, implica dejar de hacer para estar atentos y poder percibir la
respuesta.
Verás, el
universo recibe lo que le das y te lo devuelve transformado. Si pudiéramos ver
las ondas de energía que emitimos, esto sería mucho más claro, porque las veríamos
ir y volver y sabríamos claramente que
aun no es momento de iniciar nada ya que lo anterior aun no ha concluido.
No recibir el eco
es dejar las cosas inconclusas. Esperar a que regrese el bumerang es recibir
para poder lanzar de nuevo.
Como hacer? Simplemente
esperas. Y para ello cultivas la paciencia puesto que si tu intención al crear
la onda ha sido poderosa puede que tarde un tiempo en regresar! Ten la
confianza de que esto es así y toma la práctica de esperar como parte de la vida.
No es necesario que
todo el tiempo estemos haciendo. Hacemos y luego esperamos y esa acción regresará
como el bumerang, el universo te dará una respuesta.