En caminata
meditativa, bajando de la montaña, siendo parte de una larga fila de personas,
observaba las flores. Eran tan bellas y tentadoras que también las tocaba y la
olía cuando era posible, sin frenar para no perder la marcha ni retrasar a los
que vienen detrás.
Me hubiera
gustado sacar fotos, inmortalizar cada flor, puesto que prefería no arrancarlas
para no matarlas.
Había florcitas
blancas como campanitas, ramillitos de flores pequeñas en la gama de amarillos,
naranjas y rojos en un arbusto alto. En el piso, pequeñas flores de un vivo
color rojo y otras azules, de tallos mas altos. Vi unas flores violetas de
pétalos extraños y otras rojas mas apagadas con bordes mas oscuros.
Algunas me
resultaban conocidas, otras no. Algunas me parecían simples y concretas, otras
mas raras o complejas. Sobre todo, todas las flores me parecieron bellas. ¿Quién
puede decir que una flor sea fea? Todas me parecieron perfectas tal como eran,
a ninguna le encontré un error.
Lo mismo sucede
con las personas, pensaba, mientras seguía en la caminata… hay personas
conocidas, otras desconocidas, hay personas de todos los colores, algunas
simples, otras complejas, raras o mas comunes.
Todo depende de
la propia percepción en función de lo que uno conoce. Es subjetivo. Entonces,
¿quién puede decir que cada persona no es mas que perfecta? Todos lo somos, tal
cual somos, perfectos.
Bienvenidos a este año de práctica, a este grupo
maravilloso que es Tai Chi del Parque, donde todos tienen un lugar y todos son perfectos
tal cual son.