Por Pilar Margelí
Serrano
El roce de un rayo de sol, el primero de su vida. La primera
toma de conciencia, de ser.
Un pequeño brote sobre una recia rama. Nace una nueva hoja.
A su alrededor, otras hojas como ella se mecen con el viento. Cada una de ellas
tiene un tamaño y forma algo diferente, pero todas son hermosas. Sin embargo,
al observarlas todas juntas, como un todo, aumenta la sensación de belleza y de
unidad.
El sol, la savia, el roce del viento, las gotas del rocío…
la hoja crece y se ve cada día más grande y más hermosa, rodeada de sus
compañeras y amigas.
- ¡Qué más se puede pedir! ¡La vida es bella!
Un día se da cuenta de que algo está cambiando: el sol ya no
calienta tanto, el viento es más fuerte, se siente reseca y quebradiza.
- ¡No es justo! La vida es injusta. Esto no me puede estar
pasando a mí.
Su maravilloso universo ha cambiado. Tiene miedo. Le cuesta
sujetarse. Lucha contra el viento.
- Quizás la vida no sea tan bella y tan fácil como me
parecía.
Ve como alguna de sus compañeras se suelta y se pierde de
vista. Intenta mantenerse arraigada, luchar contra las circunstancias.
Finalmente, ya no puede más y, a pesar del miedo, toma la decisión de soltarse
y dejarse llevar por el viento.
Se siente arrancada de su hermoso árbol, su soporte vital.
Siente mucho miedo, pero nota que el viento la mece con suavidad. Está
flotando. Es una sensación hermosa, diferente.
- Quizás mi miedo es infundado. Quizás el cambio no sea tan
malo.
Se posa suavemente sobre un río. Una nueva sensación. La
humedad se introduce entre sus grietas: se vuelve más flexible, comienza un
nuevo viaje, fluye con la corriente, roza rocas y plantas. Es una agradable
sensación. Toma conciencia de las diferencias de los distintos elementos que la
rodean.
- ¡Me gusta!
De pronto, se da cuenta de que cada vez es más pequeña. Con
cada roce va dejándose algo de sí misma. No le importa. Recuerda la emoción de
sentirse ella: el primer rayo de sol, el orgullo de ser la más verde y
brillante, el miedo al cambio, el aferrarse a su árbol hasta no poder más, el
dejarse ir y emprender el más hermoso viaje de su vida, el contacto con el
viento, con el rio, con las rocas, ser uno y no ser nada, el contacto con el
último rayo de sol mientras termina diluyéndose.
Un último pensamiento:
- Quién sabe si esto es el comienzo de algo.
De la recopilación de cuentos taoístas del Instituto
de Qigong de Barcelona.