“La espiritualidad no consiste en una rutina para obtener algo. Muchos meditan porque leyeron un libro que dice que meditar es bueno, sea para controlar la mente, influenciar a los demás, iluminarse o conquistar alguna virtud. No se detienen a pensar que estas intenciones son mezquinas. Lo mismo se aplica a quienes tienen cualquier tipo de rutina espiritual fundamentada en el temor o bajo un deber moral.
Las disciplinas deben ser actos de amor. Cuando procedes con amor y por amor todo se transforma. No hay un horario para la vida. De modo que puedes meditar en cualquier momento, contemplar el silencio en cualquier lugar, sentir que el camino y tu existencia convergen en el mismo punto, en el mismo tiempo y espacio.
Esto es iluminador. Es una dimensión creativa donde las imágenes de pensamientos inconscientes se desvanecen y se vislumbra, en un aire de confianza y seguridad, el sendero interior que conduce a una vida de trascendencia.”
En “La esencia del silencio” de David Díaz Rodríguez