Cosificamos las
emociones. El miedo es una cosa fea, oscura, con mal olor, que se encuentra en
nuestro interior. Como lo convertimos en algo sólido, con características de
algo tangible, solo lo vemos desde afuera, desde lejos... porque incluso es
pinchudo y apestoso!
Entonces tenemos
repulsión al miedo, esa cosa fea que hay dentro de uno. Nos da miedo hurgar en
él, es probable que aparezcan cosas mas feas si empezamos a abrirlo. Y así es
que le tenemos miedo al miedo, al no querer verlo, conocerlo, le tememos…
Hay que tener
mucha valentía para entrar en el miedo.
Entramos en el
miedo a través de la respiración. Dejando que la respiración nos lleve al
miedo. Haciendo que la respiración amplíe el espacio, para que el miedo no
ocupe tanto, no sea tan rígido. Respirar es como caminar, cada paso, una respiración:
inspiro avanzo, exhalo, me afirmo en el nuevo lugar…
Abrir los ojos hacia
adentro y ver que el miedo no es una cosa. No tiene solidez, no tiene
características reales. Las características las tiene por asociación a nuestros
pensamientos, a nuestras memorias, a nuestras experiencias. Pero el miedo en sí
mismo no tiene olor, no duele, no raspa. Es insustancial, si entramos en él y
avanzamos dentro de él, llegará un momento en que habremos salido de él sin
siquiera darnos cuenta, porque el miedo es energía pero no materia.
Le demos una
oportunidad, veamos que no es lo que pensábamos. Respirando, seguimos ampliando
el espacio y el miedo se empieza a disipar. No se va aun, pero podemos respirar
dentro de él.
Es muy importante
reconocer y escuchar al miedo. Toda emoción nos trae información. El miedo nos
avisa del peligro, de la necesidad de salir de un lugar o de una situación, nos
indica necesidad de protección. Si podemos escuchar al miedo, también podremos
reconocer la necesidad que éste informa.
Entrar en el
miedo y escucharlo… mientras tanto respiramos, somos conscientes que seguimos
vivos.
Mientras estemos
conectados con la respiración sabremos que estamos vivos. Eso es muy importante
para trabajar con el miedo porque todo miedo, en el fondo, es miedo a la
muerte. Si caminamos dentro del miedo plenamente conscientes de que estamos
vivos (inhalo, exhalo), la mente se calma y cambia su percepción. El miedo deja
de ser amenazante para pasar a ser protector.